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Llega la más temprana y difícil cuesta de enero

los juegos del peña

Más Impuestos, alza de precios, desempleo; los senadores y Diputados siguen enfiestados

Los incrementos de precios tendrán una repercusión directa de 10 por ciento en los bolsillos, sobre todo con los aumentos al gas, la gasolina y la electricidad, además de la nueva tarifa del Metro.

Los afortunados niños que todavía reciben regalos de sus padres convertidos en Reyes Magos, están listos para disfrutarlos, pero sin enterarse de los malabares que realizan los segundos para mantenerles la ilusión infantil, porque sortean una de las más tempranas y difíciles cuestas de enero de que los mexicanos tengan registro.

De acuerdo con la reportera Laura Gómez, las familias capitalinas desembolsarán 850 pesos mensuales más en la compra de refrescos y bebidas endulzadas, chocolates, frituras, chicles, paletas, cereales, helados y pan dulce, entre otros productos de consumo popular, al aumentar su precio en 8 por ciento a partir del primer día del 2014, si nos atenemos al cálculo de Gerardo López Becerra, presidente de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño. Aparte están los incrementos por el año nuevo, tan viejo como todos en materia de encarecimiento de los productos y servicios de uso generalizado. Como bien apuntó el autor de la jornalera Rayuela: “Ante el alza a la gasolina y la electricidad no faltará quien cante: Cuán falso fue tu amor, me has engañado…”

Las alzas de precios, como se recordará, forman parte de la reforma fiscal tan festejada por el oficialismo, incluso uno de sus intelectuales orgánicos, Ulises Beltrán, presumió que aún no ha nacido el ciudadano chino o mexicano que esté de acuerdo en pagar más impuestos. Cierto, pero menos surgirá si el destino de los recursos públicos no está sellado por la transparencia y la rendición de cuentas de los gobernantes, mismos que ingresan al primer círculo con montos medianos de dinero y concluyen su gestión enriquecidos, y no precisamente por su vocación ahorradora.

Reforma impositiva que para algunos se trató de una miscelánea fiscal, aprobada por legisladores de los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, agrupación ésta que sus dirigentes presentan como “moderna”, aunque ahora se declaran divorciados de la política pactista (¿por México?) que suscribieron con tanto entusiasmo y convicción que Jesús Zambrano endilgó la autoría intelectual a su tocayo Ortega Martínez, en demérito del papel jugado por Enrique Peña.

El pronóstico de López Becerra es que los incrementos de precios tendrán una repercusión directa de 10 por ciento en los bolsillos, sobre todo con los aumentos al gas, la gasolina y la electricidad, además de la nueva tarifa del Metro. En tanto, la Comisión Federal de Electricidad, “La empresa de clase mundial” de Felipe Calderón, comenzó a aplicar ajustes al alza en sus tarifas, que se actualizarán mensualmente.

Mas el discurso oficial insiste machaconamente que “2013 fue un año decisivo en la vida nacional, porque significó un periodo de transformación y renovación para México” (Peña Nieto); “este mismo año los mexicanos empezarán a sentir en sus bolsillos la transformación de México” (dirigencia del PRI); “los mexicanos haremos de éste, sin duda alguna, el año de la eficacia para concretar el despegue hacia un México más justo, en paz y en el que seremos capaces de construir un mejor futuro para nuestros hijos” (Emilio Gamboa).

La realidad, terca como es, no se apiada de la retórica y coloca en su lugar a los que ovacionaron de pie al titular del Ejecutivo en Atlacomulco, en primer lugar Emilio Chuayffet, tras las lisonjas de Eruviel Ávila, el consentido de los noticieros de Televisa a cuenta de los causantes mexiquenses.

Los consumidores toman el tema en sus manos y emprenden la desobediencia civil, pues saben que de discursos y promesas está empedrado el camino de la severa pérdida del poder adquisitivo de los salarios e ingresos

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