Estado

Río Bravo: Sesión de Cabildo en lo oscurito

Por Oscar Díaz Salazar
Escucho con atención la grabación de la sesión numero XX del Cabildo de Río Bravo. La conducción autoritaria, grosera y abusiva del cuasi policía reynosense que ocupa la Secretaría del Ayuntamiento, sigue siendo muy ofensiva para los munícipes de la minoría, que son víctimas de sus maltratos y chicanadas, como también para la fracción priista que permite pasivamente, por omisión en la mayoría de las veces, los atropellos, abusos y descortesías del secretario Alfonso Sierra Hurtado. Por supuesto, esto deja muy mal al presidente municipal Juan Diego Guajardo, que permite actuar impunemente a su colaborador, como «perro de cadena».
Los primeros sonidos que registra la grabación que me compartieron, es la de un funcionario solicitando a los regidores que entreguen los teléfonos celulares, pues no desean pruebas de lo que hacen y dicen en las sesiones del Cabildo.
Juan Diego Guajardo, queriendo imitar a su hermano Juan Antonio, pretende elevar su figura pueblerina, al nivel del gobernador del Estado. Con frecuencia emite frases ofensivas contra el jefe del poder ejecutivo de Tamaulipas, como respuesta a los reclamos que por situaciones muy específicas le hacen los regidores. Los regidores, por si lo ignora, le recuerdo: son sus pares.
La sesión del lunes 26 de junio de 2017, también fue convocada con carácter de privada, como ya es costumbre en Río Bravo. En contra de lo que señala el Código Municipal para el Estado de Tamaulipas, que estipula que las reuniones deben ser públicas, y solo por excepción privadas, cuando lo determine y justifique previamente el propio Cabildo.
Durante la sesión se atendió – mal – el exhorto del Congreso del Estado para crear la Comisión de Juventud, conforme a la reforma al Código Municipal realizada tiempo atrás. Mal asesorado por el policía Alfonso Sierra, el alcalde riobravence se atrevió a «designar» a un regidor como presidente de la Comisión de Juventud, cuando lo legal es que toda la asamblea, es decir el Ayuntamiento, sea quien decida, por mayoría de votos, a quien (es) integren y presida dicha comisión,  conforme al artículo 49, fracción XLII del Código Municipal vigente.
Sin capacidad para debatir ni para conducir la reunión, Juan Diego Guajardo permanece callado, faltando a sus obligaciones, delegando en el porro que repatrió de Nuevo Laredo, la responsabilidad de presidir los trabajos del Ayuntamiento.
Diego Guajardo, sin que lo amerite la ocasión, y con el menor de los pretextos, les dice a los regidores del PAN que el gobernador no lo recibe; que no es transparente; que sus cuentas públicas, cuando fue presidente de Reynosa, no estaban en orden, entre otras cosas.
La letanía del Guajardo chico, muy chico, diminuto, me recuerdan el tono de Juan Antonio cuando desafiaba al gobernador Cavazos Lerma o al editor Heriberto Deandar. Pero solo el tono y la pose tiene el priista Diego, de su hermano Juan. No se le nota ni una pizca de la inteligencia, el conocimiento, la valentía y la corrección del difunto Juan Antonio, que siempre eligió a rivales que se suponía eran más poderosos que él, y no abusaba de los que tenían menos posibilidades.

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