Fiesta ayer… ¿y hoy?
Maremágnum
Mario Vargas Suárez
El Día de la Mujer ayer se celebró no solo en México como nación, sino en todo el mundo. De ahí que el título correcto debiera ser Día Internacional de la Mujer, como en algunos anuncios y pendones distribuidos en calles y avenidas que se colgaron en ciudades como la capital del estado, aunque el quitarle lo de ‘internacional’ no lo hizo menos.
Pese a que en 1972 la Asamblea General de la ONU, declaró “1975 Año Internacional de la Mujer”, fue hasta 1977 cuando el mismo organismo hizo general la invitación para los Estados Miembros declararan, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día como Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
El marco histórico internacional, relata que la primera celebración del Día Internacional de la Mujer, fue el 19 de marzo de 1911 en 4 naciones: Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, Su conmemoración se ha venido extendiendo, desde entonces, al resto del mundo.
En México la celebración oficial para las mujeres se inició en el sexenio presidencial (1976-1982) de José López Portillo y Rojas (1920 -2004). Aunque fue en 1953 cuando se decretó que las mujeres tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular.
Desde luego que es importante este hecho porque una vez más, la actitud machista del mexicano quedó manifiesta al “conceder” esta canonjía a la mujer nacional.
Se habló de justicia, se insistió en la democracia, se ‘descubrió’ la equidad de género y esas linduras retóricas para convencer a las mujeres de votar… a favor del partido en el poder.
La realidad es que muchos mexicanos, -varones- como consecuencia de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, emigraron legalmente a gringolandia para ganar más dinero.
La mujer, sola en México con sus hijos, estaba a expensas de lo que “sus hombres” les enviaran desde los EEUU y no en pocos casos se vio obligada a ocupar las vacantes en empresas e industrias del territorio nacional.
Ayer en las capitales de los estados, hubo foros -según los presupuestos- donde por lo menos una estrella de la farándula, instó a las mujeres locales para seguir superándose por la liberación, por la equidad de género, por la justicia femenina, por ganar más espacios para las de su género y restarle menos a los varones, etc., etc.
La tormentosa realidad es que muchas mujeres han sido marcadas con la costumbre y tradiciones familiares, como el seguir siendo amas de casa, madres de familia, esposas y bastión del hogar.
La mayoría de las mujeres empresarias, funcionarias de los tres niveles de gobierno, empleadas de la iniciativa privada, burócratas siguen desempeñando esa dualidad de mujeres de hogar y simultáneamente proveedoras.
Existen mujeres que han sabido magistralmente combinar el trabajo fuera de casa con las labores propias del hogar, la familia y todas las obligaciones domésticas que contrae.
Baste el ejemplo de las maestras de escuela. Seleccione usted el nivel académico, desde educación inicial hasta la educación superior y pronto se dará usted cuenta que Las Maestras, atienden sus grupos, pero también las labores de casa.
Familiar y socialmente las mujeres han sido educadas por familias con ideas muy severas al responsabilizarles de ropa limpia, de la plancha, de la escoba, de la cocina, del aseo, de la tarea de los niños, de la corrección, del regaño y hasta los golpes que se supone corrigen malas conductas.
Sin duda que todo cambia, todo evoluciona, se vive una dialéctica en las costumbres del ser humano y gracias a ello, muchos varones en casa ya nos hacemos cargo de tareas que antes eran exclusivas del sexo femenino.
Sin duda la celebración mundial es justa, siempre y cuando se busque verdaderamente un espíritu de equidad entre ambos, entre el hombre y la mujer, en la pareja, porque juntos son el ideal de la mayoría de los seres humanos.
Acepto que hoy miércoles dejó de ser El Día Internacional de la Mujer y éstas hoy regresan a los escritorios para continuar con las tareas propias de su comisión laboral. Hoy las mujeres dejaron de ser ‘festejadas’ para volver a la cotidianidad.