2015: 30 años
Maremágnum
Mario Vargas Suárez
¿Quién no ha escuchado un discurso que empieza más o menos así?
“Buenas días honorable presídium, personal directivo, maestros, familiares, amigos y compañeros de esta generación. Buenos días a todos quienes hoy se sienten orgullosos por nosotros, buenos días y gracias por acompañarnos.
Nos hemos reunido para compartir la satisfacción de culminar una etapa; para muchos el fin de su proceso académico, mas no del aprendizaje.
Muchos son los momentos que hoy recordamos con cariño de nuestro proceso educativo, tantos más los que pasan inadvertidos y los que nos hicieran maldecir… pero hoy los recordamos como obstáculos superados.
Fueron cuatro años de esfuerzos, de sacrificios, de perseverancia y responsabilidades, de compromiso y entrega; de incertidumbre y mucho temor al futuro…”
Confieso a usted, amable lector, que dudé por un instante en titular este espacio ‘Las Graduaciones’ y el título por el que decidí.
La razón de la duda obedece al recordatorio que inscribo en los primeros párrafos y más, en ese baile de graduación con el que sueña todo estudiante de la educación superior, donde no solo se ve acompañado de su grupo escolar, sino de sus familiares a quienes hay que presumir el título de este nivel superior.
Precisamente hace 30 años (1985) un grupo de inquietos jovencitos –hombres y mujeres- apenas en la flor de la vida, la mayoría entre los 19 y los 22 años de edad, egresaba de una escuela casi centenaria.
La Benemérita Escuela Normal Federalizada de Tamaulipas (BENFT) fue quien les formó como profesionales de la educación durante 4 largos años, que vistos en este 2015 parecen desvanecerse en el aire de tal forma que se figuran apenas unos minutos.
Las aulas de la Benemérita Escuela quedaron vacías porque una nueva generación de maestros, la 1981-1985 las abandonaba para ir a prestar sus servicios docentes a donde la patria los demandara.
No importó si esa pléyade nuevos maestros se quedaron en Tamaulipas o encaminaron sus pasos a Veracruz, Michoacán, Guanajuato o hasta el mismo Oaxaca, porque la ilusión era ir a trabajar como maestros.
La gran mayoría de ellos, querían casi de inmediato encaminar sus pasos a las escuelas y, sin excepción, emprendieron el vuelo llenos de ilusiones, surcando nuevos cielos y nuevas tierras a lo largo y ancho de la república.
La generación 1981-1985, ejerció la docencia, lo mismo en escuelas rurales de organización completa, de organización incompleta y hasta maestros en escuelas unitarias. Los menos, se quedaron en escuelas urbanas o semiurbanas, pero todos con la firme convicción de servicio a la niñez mexicana, donde los servicio de un maestro fueron requeridos.
Atrás quedaron las aulas, fieles testigos de travesuras, miedos, risas. Quedaron en el olvido sinsabores, el terror por los exámenes o entrega de trabajos y desde luego los malos ratos que varios maestros les hicieron pasar.
En el recuerdo quedaron los momentos románticos que pasaron con los amigos o amigas que nunca se olvidan… de los besos amorosos o fortuitos que entre las paredes, patios y pasillos del viejo edificio de la escuela normal, fueron mudos testigos de juramentos de amor y de infidelidades.
Los profesionales que cumplen 30 años de haber egresado, recuerdan con cariño a sus maestros. Las clases de Educación Física del maestro Pepe Reyes González Montañez, de Filosofía de César Picasso Sánchez, de Desarrollo de la Comunidad del Lic. Pedro Pérez y Judith Pacheco Villavicencio, las clases de Laboratorio de Ciencias Naturales en la planta baja del edificio que impartía la maestra Nila Sarno Berardi.
Toda la planta de maestros, que en su gran mayoría se han retirado de la Centenaria Formadora de docentes.
Ayer por la tarde, los integrantes de la generación 1985 impusieron una placa alusiva al 30° aniversario de haber egresado de la Benemérita Escuela Normal Federalizada, en viejo edificio de la Loma del Santuario, en la capital de estado.
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