El Emilio
Maremágnum
Mario Vargas Suárez
El Emilio es una extraordinaria obra literaria que en forma novelada nos señala cómo formar, cómo educar al niño de ahora, ciudadano del mañana.
Escrita en 1762 por el francés Juan Jacobo Rousseau, sostuvo que el “hombre es bueno por naturaleza” asegurando que el “individuo puede conservar su bondad natural, mientras participa de una sociedad inevitablemente corrupta.
Juan Jacobo Rousseau propone en su obra un sistema educativo en una historia novelada del joven Emilio y su tutor, para ilustrar la forma de cómo se debe educar al ciudadano ideal.
La obra está catalogada como extraordinaria. Sin embargo, por las características de la época. Sin embargo se excluye de este ideal a las mujeres, cuya educación ha de referirse únicamente a satisfacer a los hombres.
El Emilio no es una guía detallada, aunque incluye algunos consejos sobre cómo educar a los niños de aquella época, por lo que los psicólogos y los pedagogos, le consideran como el primer tratado sobre filosofía de la educación en el mundo occidental.
El tema de El Emilio viene a colación porque a pesar de haber sido escrito en el año que se cita, hasta la fecha, es una lectura obligada para todo aquél que quiera conocer de la enseñanza y el aprendizaje.
Pero todavía más. Es la primera obra registrada por la historia donde se señala el ideal del hombre en formación. Dicho sea de otra forma: Qué características puede tener el hombre del futuro si se educa con lo que sugiere Rousseau.
Desde hace varias décadas, me parece que el Sistema Educativo Mexicano no tiene el rumbo exacto por el que ha de transitar.
Pareciera que los tomadores de decisiones no terminan por definir qué características debe tener el mexicano de nuestras escuelas.
Pareciera que el rumbo no está definido y si esta verdad fuera un error, entonces quizá falte diseñar las estrategias para lograrlo.
Esta sí que sería una reforma educativa, porque la que se aprobó con Peña Nieto, Chuayffet Chémor y la mayoría de los congresos locales, solo modifica una parte de la educación, como son los maestros y de nada sirve el esfuerzo si no se tiene claro que es lo que se quiere lograr.
Ni los gobiernos de Vicente Fox Quezada (2000-2006), Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) ni lo que va de Enrique Peña Nieto (2012-2018) han tenido el tino de señalar las características de egresados del sistema educativo mexicano.
Si usted analiza la información mediática, solo en los últimos 5 años, seguro que encontrará el sonadísimo caso de los “niños sicarios”, como el de Tejalpa, Mor., Edgar Jiménez alias el “Ponchis”, confeso que se drogaba desde los 12 años y detenido en el aeropuerto de la Cd. De México, cuando tenía 14 años de edad, en 2012.
En Monterrey, Abram de 13 años, apenas en marzo de este año, fue considerado otro “niño sicario” a quien le encontraron armas de alto poder en el cruce de las calles de Porfirio Díaz y camino a San Miguel, en la capital neolonesa.
Lo nuevo es el caso de los niños de la zona marginada por la pobreza de la ciudad Chihuahua, que al jugar a los secuestros, mataron a pedradas y cuchilladas a un menor de seis años de edad. Aquí participaron niños y niñas de entre 11 y 15 años de edad.
Los familiares de la víctima informaron a los medios que los pequeños sicarios de Chihuahua, quitaron los ojos a su sacrificado, le rebanaron una mejilla y asestaron 27 puñadas por la espalda.
Lo extraordinario es que ninguno de los niños sicarios son condenados por los asesinatos, incluso “El Ponchis” fue liberado unos meses después de su detención y gracias al escándalo mediático, en algunas entidades ya se puede castigar a los infractores desde los quince años de edad.
Pero ¿qué pasa con el ‘Ponchis’, Abram y los niños y niñas de Chihuahua? La recomendación es que se sometan a tratamientos sicológicos. Mientras sus crímenes quedarán impunes.
Concluyo este espacio sobre la reflexión sobre la responsabilidad de los padres de familia al cuidar la educación de sus propios hijos. Pero también la responsabilidad del estado mexicano al infundir antivalores a una sociedad amenazada por la falta del cumplimiento del deber de la burocracia de seguridad.
¿Los maestros son responsables? No. Los profesores de las escuelas también son víctimas de lo que el país entero vive.
Comentarios: mario.vargas@starmedia.com