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Los padrotes también lloran

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No sé qué me parece más reprobable, que una bola de rateros oportunistas hayan entrado a la casa de Kike Plancarte para mancillarla y birlarle sus pertenencias y llevarse de paso la revista Tv Notas que lo dignificaba, o que sin tomarse el necesario tiempo legislativo para no padecer de histeria en el PRI hayan decidido mandar al averno al distinguido y culto Cuauhtémoc Gutiérrez después de haber sido señalado en un reportaje periodístico de MVS Noticias en el programa de Carmen Aristegui como líder del PRI en el DF y de una red de prostitución. O sea, se pudieron haber esperado tantito antes de darlo por muerto y condenar al oprobio a tan distinguido político mexicano que representaba con todo su nada portátil ser, los valores del inolvidable Bronx priista. Eso no se vale.
En vez de mandarlo a Madrid a ver si se ponía bien mamá Dolores como Moreira para salvaguardar su salud, o de protegerlo al estilo Yarrington o de enviarlo a una embajada en homenaje a Marisela Morales, simplemente me lo arrojaron a los perros a tan finísimo activo del tricolor.
¡Qué infamia! Ni que hubiera comprado los trenes de la Línea 12, o le hubiera surtido de chicas buena onda a Oceanografía, o le hubiera puesto el mote de El hechicero de la palabra a Octavio Paz.
Como sea, se nota que lo del señor Gutiérrez de la Torre se ganó el linchamiento público más por su aspecto que por sus acciones. Sobre todo cuando supuestamente utilizó recursos públicos para sostener a sus niñas, pobres criaturas del señor a las que a través de su secretaria se les preguntaba amablemente si estaban dispuestas a someterse al Kamasutra con pago por evento. Es decir, no se trataba de trata. Y para acentuar el detalle de la prerrogativa laboral, a las elegidas se les otorgaba el honor de colocarlas en la nómina del PRI. ¡Así sí, gana la gente!
Dicen que el PRI aprovechó la oportunidad para deshacerse de Catémoc cual tiliche, pues ya no hacía juego con el mobiliario del nuevo PRI. Falso de toda falsedad, como diría este admirable facilitador social, en realidad será inspector de despachos contables, con table dance. Un hombre que tiene en la puerta de su oficina un par de topogigios de peluche, no puede ser malo. Quizá el único tema dudoso es que el personaje despreciara tan airadamente a las chicas con sobrepeso. Digo, si al final resulta que don Catémoc en realidad no cultiva el sanísimo deporte de la padroterapia intensiva, sería un desperdicio de aspecto.

jairo.calixto@milenio.com

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