Política

El PRI: achicado, asediado y dividido

Reza un refrán militar, convertido en albur por la jerga popular mexicana, que “en tiempos de guerra cualquier hueco es trinchera”; y en la guerra que viene en la próxima legislatura de la Cámara de Diputados, el PRI se ha convertido en el “hueco” en el que quiere refugiarse el Presidente para aprobar las reformas constitucionales que se ha propuesto para la segunda parte de
su mandato y en las que el inquilino de Palacio ha puesto la mira en el priismo para que se convierte en su “partido bisagra” y le dé los votos que necesita para alcanzar la mayoría calificada de dos terceras partes o 323 diputados.

El asedio de López Obrador en contra del PRI, con el que busca dividir a los más de 65 diputados priistas que integrarán la próxima legislatura, parte de la lógica de que el tricolor es el partido más dividido, comprometido y confrontado entre sus grupos internos, lo que lo hace, en la óptica de Palacio Nacional, “presa fácil” para tratar de quitarle algunos votos que le den a Morena
y sus aliados la mayoría constitucional necesaria para modificar artículos de la Carta Magna. “Si se quisiera tener mayoría calificada, se podría lograr un acuerdo con legisladores del PRI, o de cualquier otro partido”, dijo el Presidente apenas dos días después de las elecciones.

La vulnerabilidad de los priistas la tiene bien diagnosticada López Obrador y radica primero en que la mayoría de los liderazgos de ese partido están sometidos y amedrentados, en la medida que varios de ellos tienen expedientes abiertos en la 4T. Casi no hay un priista de la cúpula que se sienta con libertad o que tenga la cola muy corta como para enfrentarse o resistirse a una petición de “cooperación”.

Marcadamente los gobernadores son la principal apuesta de López Obrador para obtener los votos que necesita en la Cámara de Diputados. El mismo dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, que hoy cierra filas con la “Alianza legislativa” que formaron con el PAN y el PRD, ha sido varias veces presionado y amedrentado con investigaciones sobre su patrimonio, sus casas y propiedades en Campeche y con revisiones de sus cuentas en su paso por la gubernatura de ese estado.

Pero en la situación en que se encuentran desde que los arrolló el tsunami de 2018, divididos, confrontados y abandonados por el que dijo que era su “salvador” y “renovador” Enrique Peña Nieto, los priistas no necesitan de mucha presión externa para traicionarse unos a otros. Ayer mismo se supo que los diputados electos del PRI fueron convocados, algunos de ellos aún sin recibir su constancia, para que votaran “voluntariamente” para elegir a Rubén Moreira Valdez como su nuevo coordinador parlamentario para la 65 Legislatura que inicia en septiembre.

“Parece que tenían prisa por amarrar la coordinación para Moreira, justo quien más ha votado y apoyado a la 4T, lo que anticipa que, aun cuando en el discurso se diga que los priistas no apoyaremos las reformas constitucionales de López Obrador en materia eléctrica, electoral y de la Guardia Nacional, en los hechos la votación promovida a favor del exgobernador de Coahuila parece ser parte de una negociación entre las cúpulas priistas y Palacio Nacional para garantizar, en su momento, que habrá diputados del PRI que voten a favor de las iniciativas  residenciales”, comentó a esta columna uno de los futuros diputados del priismo.

Así que mientras a los aliados del PVEM les dan de bofetadas con investigaciones a sus principales dirigentes, como Manuel Velasco a los priistas, aún sin necesidad de golpearlos, con las puras
amenazas, el Presidente empieza a doblarlos al asegurarse un liderazgo afín a su proyecto en la persona del siempre negociante Rubén Moreira. Se diría que mientras los verdes se les da trato
de meretrices desde el Palacio Nacional, a los priistas los tratan como cortesanas, que son más experimentadas y fáciles de convencer… Los dados mandan Escalera doble. La semana cumplió.

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