Política

La carroña riobravense

José Ángel Solorio Martínez

Río Bravo, Tamaulipas, es un claro ejemplo de lo que ocurrió en el último proceso electoral en la región: el hundimiento, la quiebra, de múltiples actores políticos que vivieron de la faramalla y la petulancia de supuestos consensos extensos e indispensables en los escenarios microrregionales.
Primero, fueron los candidatos independientes.
Esos sujetos, se pasaron la vida gritando que los partidos eran tan poco saludables, que sólo ellos podían sacar al buey de la barranca.
No fue así.
El electorado los rechazó.
Esta vez, ni regidores alcanzaron.
La vida les demostró que los partidos siguen siendo el instrumento más potente para la disputa del poder político-administrativo.
Patricio Garza y otros, mostraron su real incidencia en la sociedad riobravense: menos que nada.
Luego siguieron ese proceso de empinamiento otros actores políticos que sintiéndose los reyes del pueblo creyeron que seguirían engañando a los ciudadanos. Le emergencia fuerte y maciza de Héctor Villegas el Calabazo, aplastó primero al rancio residuo del añejo sistema político riobravense, Miguel Almaraz quien por décadas asustaba con el petate del muerto para negociar con las autoridades electas de cualquier partido. Luego, la presencia del alcalde electo en el escenario local, desplazó a sujetos que por muchos trienios contaminaron la administración pública; el más significativo de ellos: Pablo Torres; no obtuvo ni 60 votos para su Partido Redes Progresistas en su centro de operación, la Villa de Nuevo Progreso.
Otro éxito del representante de la IV T en Río Bravo, fue el achicamiento de la estructura y la presencia del ex alcalde Diego Guajardo. La expresión gubernamental del Calabazo, lo consolida como el líder del lopezobradorismo en el pueblo, convirtiendo todo regreso de Diego a la arena local, en una tarea complicadísima.
Esos hechos, convierten a alcalde Villegas, en la punta de lanza de lo que puede ser la construcción de una nueva clase política local. Acontecimiento, que no sólo ayuda a MORENA; colabora también, –toda vez que liquidó a varios cuadros priistas y panistas de perniciosas mañas– a sanear las estructuras partidistas azules y tricolores.
En el PRI, deja el paso libre a nuevos cuadros con potencial de crecimiento y capacidad de re-oxigenación como Alfredo Cantú Cuéllar y en el PAN remueve la carroña que contaminó sus arterias como la ingeniero, María del Carmen Pérez y la abogada Roxana Gómez.
Aún y cuando el Calabazo no empieza a gobernar, se le debe agradecer, lo mucho que ya ha hecho por el pueblo al evidenciar a esos pedazos podridos de un régimen municipal que se resiste a morir…

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