Política

Algo bueno está pasando en Altamira

Altamira es un referente obligado cuando se habla de desarrollo económico, potencial de crecimiento, eficiencia, infraestructura y atracción de inversiones productivas.
Los buenos resultados son una constante en los reportes mensuales y en los cortes anuales que hace la Administración Portuaria Integral de Altamira (APIAlt).
En el top 3 del sistema portuario nacional, Altamira se ha colocado durante varios años consecutivos en los primeros lugares, por el volumen de carga manejada en rubros como los fluidos petroquímicos, contenedores y hasta el movimiento de exportación de vehículos.
El reporte más reciente de los resultados obtenidos por el puerto de Altamira en el primer mes de este año, muestra que a pesar de los efectos económicos negativos provocados por la pandemia a nivel global y en México, el complejo industrial y portuario del sur de Tamaulipas tuvo un desempeño bastante más que aceptable.
La API, dirigida por Oscar Ochoa Gorena tuvo en enero de este año un crecimiento del 32% en el volumen de carga movilizada para importación y exportación, en comparación con el mismo mes de 2020, cuando la pandemia aún no golpeaba la economía del país.
Uno podría pensar que este porcentaje de crecimiento tiene que ver más con las acciones del gobierno federal que con la inercia positiva que tiene el puerto desde hace años, pero el argumento tiene parte de cierto solamente, pues si bien el cambio en la titularidad de la API ha ayudado a mantener la buena imagen del puerto, es toda la infraestructura, la calidad de los servicios y todo el conjunto de elementos que hacen atractivo el sitio a las inversiones privadas, lo que contribuye a tener los resultados referidos.
En efecto, la llegada de Ochoa Gorena, un Capitán de Altura que un tiempo fue titular de la Capitanía de Puerto de Tampico y después de Altamira, ayudó a reforzar la imagen de que un profesional del sector iba a manejar al tercer puerto más importante del país, de acuerdo con los nuevos criterios del gobierno federal en materia de seguridad y en estrecha coordinación con la Secretaría de Marina.
En 25 años que llevo dando seguimiento al desempeño del puerto de Altamira, es la primera vez que veo que ha cambiado de Director con más frecuencia: El Capitán Ochoa es el cuarto titular de la API en 2 años.
Eso no ha impedido que, como dije, Altamira siga siendo uno de los más importantes y con mayor potencial de crecimiento del sistema portuario nacional y que, como en este caso, sus números nos muestran que se están haciendo muy bien las cosas: Un crecimiento del 132% en el manejo de carga general suelta; un 288% en movilización de graneles agrícolas y el 35% en contenedores. Hay que anotar, sin embargo, que rubros como el de graneles minerales y fluidos petroquímicos, que tradicionalmente son fortalezas de este puerto, tuvieron un comportamiento apenas aceptable, con crecimientos del 3 y del 8%, que pese a todo son números positivos, por magros que sean.
Lo que estamos viendo es consecuencia del trabajo que han hecho cada cual por su lado, pero en coordinación institucional los sectores público y privado del sur de Tamaulipas, muy al margen del partido que esté en los gobiernos federal y estatal.
Se ha entendido que Altamira, con su puerto y corredor industrial, son más importantes que los caprichos de los gobernantes en los 35 años de operación que tiene el recinto.
Hace años, varios presidentes de la Asociación de Industriales del Sur de Tamaulipas, A.C. (AISTAC) como el fallecido Mario Suro Rodríguez y Héctor Villarreal Martínez me hablaban de las bondades del puerto y de su potencial cuasi infinito como motor del desarrollo regional y estatal.
Suro Rodríguez siempre hacía la analogía con un diamante en bruto y anticipaba el crecimiento que hoy vemos, un cuarto de siglo después de que impulsó desde AISTAC la colaboración con la API.
En estos años, me ha tocado ver, conocer, tratar y observar el trabajo de muchos directores del puerto. Y hubo de todo: unos muy activos, otros con visión modernizadora; había otro que rehuía a la vinculación con la sociedad y las autoridades. También algunos muy discretos, otros parlanchines, alguno que sí sabía del sector y ya en el actual régimen federal, uno que estaba seguro que Altamira era un puerto porque llegaban barcos, pues no tenía antecedentes en la industria portuaria.
Hoy, bajo la dirección del Capitán Ochoa Gorena el puerto de Altamira ha sorteado bien el vendaval del impacto de la pandemia.
Las inversiones privadas siguen fluyendo y aunque hay pendientes impostergables como la construcción de nuevos accesos aduanales o la lentitud en la entrega de permisos para operar terminales de combustibles, Altamira sigue siendo un puerto dinámico y con futuro.
Algo se está haciendo bien y le aseguro -muchos estarán de acuerdo-, que no todo es obra del gobierno, sino del compromiso de empresarios y autoridades para lograr lo que hace más de 3 décadas se definió como el presente y destino de Altamira: La ventana de México al futuro.

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