Columnas

¿De qué sirve portarse bien?

CARLOS PUIG

Que nadie dude que nos hemos portado bien.

Los números de cruces en las fronteras norte y sur —los que sabemos, los que podemos contabilizar— van para abajo, usted no se preocupe si las estaciones migratorias y albergues en México son zona de desastre, eso qué.

Le estamos cumpliendo al presidente Trump. Que nadie lo dude.

Hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y otros están sintiendo el rigor de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración.

De aranceles ya ni hablamos.

¿A cambio?

Pues ahora van por los que viven en Estados Unidos. Y ahí, sobre todo, hay mexicanos.

  La semana pasada la primera redada masiva. Setecientos migrantes en siete plantas agrícolas en Misisipi. Vimos las escenas de niños sin sus padres, se armó el escándalo y poco menos de la mitad fueron liberados con fechas para asistir a una audiencia frente a un juez migratorio.

Lo que importa de la acción, por supuesto, es el miedo que provoca. Todos están amenazados.

La respuesta del gobierno mexicano: “El canciller aseguró que todos los mexicanos que fueron detenidos el día de ayer contarán con la asistencia en el proceso legal por parte de México y de sus consulados. Sostuvo que en las próximas horas se podrá determinar e informar el estatus legal de cada una de las personas referidas y cuál va a ser su destino en las próximas horas y días”.

Es decir, el largo y casi siempre infructuoso camino de la ayuda legal con los limitados recursos con los que se cuentan. Y ahora, con el miedo.

Y ayer, una nueva modificación a la norma para que aquellos migrantes que reciban cualquier subsidio gubernamental, cualquier programa social, se vean obstaculizados para hacer legal su estatus migratorio. ¿Contra quién va? Contra los más pobres, los vulnerables. Sí, muchos de nuestros compatriotas que allá viven.

Y vendrán más. Porque así lo ha decidido Trump, porque así le funciona para la campaña rumbo a la reelección. Eso apenas comienza. Y el gobierno de México se seguirá portando bien. Todo sea por aquello de los aranceles y eso sí, no hay aranceles. 

@puigcarlos

Fuente: Milenio

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