EL RECUENTO DE LOS DAÑOS
La obsesión de Francisco García Cabeza de Vaca, Gobernador de Tamaulipas por convertirse en señor de horca, cuchillo y urna electoral lo está encajonando en una confrontación política con las huestes de Morena que puede tornarse irreversible.
El malparido proyecto de imponer la candidatura de su hermano Ismael como candidato del Partido Acción Nacional a la senaduría por Tamaulipas haciéndolo ganar a través de un frustrado fraude electoral con la peregrina idea de heredarle el gobierno del estado se le fue totalmente de las manos exponiéndolo como un gobernante faccioso cuyo objetivo prioritario es la defensa de sus intereses personales y familiares antes que los del estado que gobierna.
Solo que ante la aplanadora morenista el plan no funciono. Los muertos que en el distrito con cabecera en Mante y las tarjetas de elector de los vivos que no viven ahí pero que llegaron a votar no fueron suficientes ante la avalancha de votos evocados por la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Porque siendo justos hay que reconocerlo. Américo Villarreal fue el beneficiario, pero el que gano la elección fue López Obrador.
En tanto, los beneficiarios de la derrota del PAN van a ser otros y no necesariamente Ismael García Cabeza de Vaca. Aunque también llegara el senado bajo el principio de primera minoría, la marca Cabeza de Vaca ha quedado muy golpeada. Apostarle a otra candidatura del hermano cuando este ya ha perdido 2 veces seria apostarle a entregar el estado a los morenistas.
Aunque, en Acción Nacional –en este momento- no se vislumbran figuras carismáticas, con experiencia política, talento, prestigio y honestidad.
Y desgraciadamente, -para los panistas-, para la gubernatura no hay reelección.
Joaquin Olea