El pleito
La confrontación de la administración estatal de Tamaulipas, con los representantes de MORENA en la región, no conviene a nadie. Y menos, a los tamaulipecos. Es muy normal, que los ánimos se caldeen en una campaña electoral; y más, cuando se cree que el candidato propio será el ganador.
Usemos la balanza.
¿Qué pasaría en Tamaulipas, si gana Ricardo Anaya?..
1.- Se galvanizaría la fuerza del gobernador. Es sabido, que desde su liderazgo en el CEN del PAN, Anaya abrevó de la mano del Ejecutivo estatal. Esa cercanía –como pocas de algún gobernador panista en el país, con el queretano-, arrastraría sus dividendos.
El gobernador, sería –sin duda- parte del círculo más cercano al Ejecutivo federal.
2.- Mantendría el control absoluto del Congreso local tamaulipeco, en la contienda electoral del 2019. ¿Quién podría oponerse a ello? Presidente de la república panista, gobernador panista…
¿Quién?..
3.- La sucesión gubernamental, estaría delineada. Ser amigo del Presidente, ubica a un gobernador en un estadio de Virrey. Y todo lo que ello acarrea –entre otras cosas- : poseer la capacidad unipersonal de elegir a su sucesor.
4.- Iniciaría la hegemonía panista en el municipio tamaulipeco. La crisis de MORENA y del PRI –en este escenario- abrirían la ruta del dominio cuasi total en los 43 municipios.
5.- El proyecto azul actual, se prolongaría –muy probablemente- ocho años más; a partir de la conclusión del actual. Es decir: el PAN, podría gobernar los cuatro años que faltan a la administración cabecista, más la gubernatura de dos años y con mucha expectativa para continuar la siguiente de seis años.
¿Y si gana Andrés Manuel López Obrador?..
1.- La administración estatal tamaulipeca, quedaría desprotegida. Y más, porque el descalabro de Ricardo Anaya, significa su derrota total. No sólo perderá la Presidencia; también perderá el partido. (La rebelión será inmediata. Las tribus azules que fueron desplazadas por Anaya a su paso por la presidencia del partido, querrán venganza y justicia. Es decir: el anayismo –y sus aliados- serán borrados de la Nomenklatura panista).
2.- Las casi 40 delegaciones federales en la entidad –al servicio del lopezobradorismo-, se convertirán en un contrapeso al poder del cabecismo a partir de la toma de protesta del Presidente.
3.- En la elección del 2019, la pelea por el Congreso local, se dará en circunstancias cuesta arriba para el panismo tamaulipeco. Estará a un tris –el PRI, o lo que quedaría de él, se iría con MORENA- de perder la mayoría. De ocurrir esto, el parlamento de Tamaulipas, se transformaría en la verdadera zona del quehacer político regional.
El gobernador, dejaría de ser el centro de gravedad de las acciones políticas en la entidad.
4.- La ebullición de los movimientos sociales. La historia muestra, que cuando un gobernador disiente del Presidente de la república, la sociedad se encrespa. Habría que leer, los explosivos escenarios vividos por los tamaulipecos en los tiempos de Emilio Portes Gil y la turbulenta época de Enrique Cárdenas González. ¿Qué provocaron esas circunstancias? Un elemento que es veneno para todo gobierno: ingobernabilidad.
5.- La sucesión gubernamental, se complicaría extremosamente para el gobernador. Estaría en un paisaje muy complicado. Con un PAN pugnando por re-oxigenarse ante el legado de Anaya –desaliento, derrota, pérdida de rumbo ideológico-, sería arduo impulsar una campaña exitosa en Tamaulipas.
En otras palabras: MORENA, rompería la idea de la continuidad en el Ejecutivo estatal.
La política, no se explica sin el conflicto –ya lo dicen los que saben-.
El problema empieza, cuando se pone el tozudamente el conflicto delante de la política.
Serenarse haría bien a todos.
La cordura –en este caso-, nos beneficiaría a todos los tamaulipecos…
José Ángel Solorio Martínez