Estado

AUMENTO DE PASAJE DE DIEZ PESOS ¿A CAMBIO DE QUE?

ENTRE NOS

Carlos David Santamaria

Todo individuo que trabaja honestamente tiene derecho a disfrutar las ganancias de ello, sea salario, utilidades o la forma que tenga para llegarse de recursos. Sin distingos, todos podemos disfrutar lo nuestro, siempre y cuando, insistimos, sea ganado a pulso y de forma honrada.

Y en materia de servicios públicos, todos, también, tenemos el derecho de tener acceso a éstos de la mejor forma posible, sean éstos otorgados por autoridades de cualquier nivel o prestatarios de servicios particulares, como es el caso de los concesionarios del transporte urbano, que han solicitado un incremento sustancial a la tarifa para el servicio,. Proponiendo 10 pesos por usuario, sin distingos, es decir, sin tener ya que otorgar descuentos ni a estudiantes ni a personas de la tercera edad.

Algo así como que solo serán ellos los “ganones”, y los demás, como suele suceder: “que se jodan”.

Tiene derecho a pedir aumento y no de diez sino de más pesos, pero, ¿a cambio de qué?

Viene a la memoria el transporte urbano de Santiago de Compostela o Madrid, de Sevilla o cualquier punto de la geografía de España, que muchos dirán que no tiene o debe tener punto de comparación, porque estamos hablando de “Primer mundo” y de “tercer mundo” o lo que pomposamente nos llaman “países en vías de desarrollo”, que es igual a decir que somos los marginados, los pobres, los que no tenemos recursos.

Pero es muy diferente ser pobres que prestar servicios deficientes.

No concebimos ver transportes urbanos destartalados, cayéndose en piezas por las incómodas calles de Ciudad Victoria, y no justificamos el hecho de que haya malas condiciones de las calles, pero tampoco que los llamados microbuses sean un puñado de fierros viejos, obsoletos y mal cuidados, porque sus dueños no han tenido la iniciativa de darles mantenimiento en años, logrando que se conviertan en chatarra pura, inservible e indigna para cualquier usuario.

No justificamos, y que quede claro, el hecho de tener tan mal servicio, y entendemos que los prestatarios del servicio urbano quieren ganar más, y que están enojados porque las calles son sus principales enemigos, pero de ahí a que tengan razón… dista mucho de la realidad.

Los usuarios no tenemos culpa de que las calles estén en mal estado, y tampoco somos los responsables de que sus unidades deban circular en condiciones decentes y dignas.

Somos simples ciudadanos que vemos en estas declaraciones la importancia que tienen las promesas de candidato o de un gobierno sea del nivel que sea.

Merecemos un buen transporte, y lejos de pedir incremento, los concesionarios debieron, hace años, pensar en qué hacer cuando sus vehículos se convirtieran en chatarra, como ha cedido hoy.

El columnista pagaría 10 o 12 o 15 pesos por el transporte, con mucho gusto, siempre y cuando éste respondiera a las necesidades prioritarias: seguridad, confianza, limpieza y un servicio digno de cualquier persona, para desalentar el uso de vehículos particulares y aliviar así el tráfico y la contaminación, colaborando en una mayor fluidez automotriz que urge a la capital de Tamaulipas.

Con una vista a la realidad de nuestro transporte urbano se descalifica la petición de mejora en las tarifas: somos de la idea de que nos ofrezcan un servicio digno y entonces pidan aumentos.

Que dejen de contratar a muchachitos irresponsables que convierten cada pesera en un prospecto de ataúd, y entonces, que nos ofrezca buen servicio, limpieza, seguridad y todo lo que la gente busca cuando se sube a un transporte de éstos.

Como que es tiempo de exigir servicios dignos, y si los concesionarios actuales no quieren o pueden darnos unidades limpias, mecánicamente aptas y un servicio digno, que renuncien a esta prestación y dejen de exigir como si fueran únicos, que seguramente habrá quien nos ofrezca servicio limpio y digno, a cambio de una tarifa justa y digna.

Notas relacionadas

Botón volver arriba