MAKI MIENTE, REYNOSA SE AVERGÜENZA
La Mitomanía, mentira patológica o pseudología fantástica son tres de los varios términos aplicados por los psiquiatras para nombrar el comportamiento de los mentirosos compulsivos o habituales.
La mitomanía fue descrita por primera vez en la literatura médica en 1891 por Anton Delbrueck. A pesar de ser un tema controvertido, la mentira patológica se ha definido como una invención inconsciente y demostrable de acontecimientos muy poco probables y fácilmente refutables.
Aunque se ha escrito poco acerca de la mentira patológica, un estudio encontró una prevalencia de casi 1 de cada 1.000 menores de edad y 1 de cada 10 en la etapa adulta. La edad promedia es desde la infancia y el estudio demostró que afecta igual a hombres y mujeres. El 40 % de los casos estudiados presentaban una alteración del sistema nervioso central. https://es.wikipedia.org/wiki/Mitoman%C3%ADa
Y es un hecho incontrovertible que Maki, la alcaldesa de Reynosa, miente. Y sabe mentir. De inicio convence a quienes no la conocen, pero con el paso del tiempo se engaña a ella misma. Maki es como la fábula del Sastrecillo Valiente, aquella donde convencen al Rey de vestir un finísimo atuendo con telas que sólo los tontos no ven, y el monarca así salió a la calle, desnudo, completamente desnudo.
Y así vive Maki: desnuda. La gente ya la conoce y sabe que sus mentiras no se las cree ni ella misma, y sus secuaces, el alcaldito, Carlitos su vástago, y su esposo Carlos Luis, a quien como Usted recordará lo corrieron vergonzosamente de CAPUFE por cleptómano.
Así vive Maki mintiendo a quien la escucha. Tratando de convencerlos de que vean un Reynosa que no existe, un Reynosa encuerado. No hay obras, no hay calles, estamos inundados de excremento, vivimos en una ciudad de primera, porque los automóviles no pueden pasar a segunda por tanto bache que existe en la ciudad, así como en calles insalubres y en estado desastroso.
Vivimos, pues, en la insalubridad, en la oscuridad, en la inseguridad y en una ciudad que ha perdido la esperanza y, la virreina Maki, cree que los reynosenses son tan estúpidos que todo le creen. Su área de comunicación social se desgasta las neuronas en pensar en como va a cabecear los boletines que mandan a los medios, por cierto muy fuera de tiempo. Maki ve una ciudad que nosotros nos vemos. Y entonces sólo queda decir que la alcaldesa o es muy lista o se quiere pasar de lista y raya en lo contrario.
Le doy un ejemplo más. En su primer Informe de Gobierno, donde el culto a la personalidad estuvo a todo lo que da, Maki mintió de principio a fin. En números, datos y llanto. Todo fue una farsa. Por ejemplo, en su publicidad anunció que había bacheado 22,182 metros, lo que equivale a haber construido 23 calles que, en una ciudad con 500 colonias, 23 calles no es nada. Lo que le faltó decir a Maki, es que muchos de esos 22,182 metros los bacheó con caliche, lo que significa que bachear o no bachear es prácticamente lo mismo.
También mintió en aquella farsa de los 800 millones de pesos en obras. En realidad lo que están reportando a la auditoría son sólo $192’818,318.00. Algo así como menos del 25 por ciento de lo que esta señora dijo a la ciudad. Estos recursos se desglosan de la siguiente manera: en División de terrenos y construcción de obras de urbanización, se gastó $154’931,351.00 y en construcción de vías de comunicación se gastó 37’886,967.00.
O Lo que es lo mismo, hay un faltante de $607’181,682.00. ¿Así o más claro? Maki y sus secuaces están dejando a Reynosa sin dinero y sin esperanza. Afortunadamente el Gobierno del Estado le está entrando al problema, aunque el clamor ciudadano es que a esta señora la investiguen y la procesen por los delitos que se le encuentren. Ha hecho un uso abusivo, patrimonialista y gandalla del Ayuntamiento de Reynosa y sus bienes, cuando debería estar orgullosa de servir a la ciudad y a su gente.
Urge que se investiguen todas estas anomalías que son en perjuicio de Reynosa y su sociedad, que no se merece ser asaltada por una banda delincuencial que opera desde la Presidencia Municipal.
CarlosCortes