El viejo PAN
Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
El Partido Acción Nacional está por cumplir cuatro años de estar en el poder en Nuevo Laredo y muchas cosas han cambiado hacia dentro y fuera de este instituto político, en comparación a las últimas décadas.
En los ochentas, el PAN tenía pocos militantes activos y no se diga simpatizantes. Eran tiempos difíciles, porque no solo eran un partido opositor y chiquito, encima se enfrentaban a todo el poder del Estado, que controlaba al PRI, Hacienda, a las elecciones, a los sindicatos, a los medios de comunicación y hacía uso de ellos para tener a los opositores pegados a la pared.
En 1983, en plena jornada electoral, a eso de las cuatro de la tarde, cuando todavía faltaban dos horas para el cierre de casillas, el principal periódico de Nuevo Laredo puso en circulación una edición extra en la que daba a conocer que el PRI había arrasado en las urnas. Obviamente se trato de una edición pagada y la nota principal fue dictada, vía teléfono, desde la Secretaría de Gobernación por el veracruzano Mario Vargas Saldaña.
Eran tiempos en que el PRI-gobierno no se andaba por las ramas y para presionar a los opositores echaba mano de la Secretaría de Hacienda o de la Secretaría de Gobernación, a través de la temible Dirección Federal de Seguridad.
Pese a ello, en esa época había panistas que pecaban de soñadores y estaban convencidos de que era necesario enfrentar al PRI y al Estado, sin importar las consecuencias. Empresarios como Francisco García Lozano, Rafael Orozco, Roberto Delgado, Eloy Vega, perdieron sus negocios –una ferretería, una joyería, un restaurante, una tienda de curiosidades— en su aventura de militar y apoyar al PAN.
En 1992, Anibal Canales González se embarco en la aventura de ser candidato a la alcaldía por el PAN, en una alianza de facto con el PRD y consintió en cederle la primera regiduría, convencido de que se podía hacer buen papel. Fue un proceso complicado y lleno de decepciones. Hubo personajes que le ofrecieron su experiencia y asesoría, previo pago semanal. Líderes sociales le ofrecieron un centenar de activistas, pero exigieron un pago semanal.
En el 2000, el dirigente municipal, Arturo Sanmiguel, se enfrentó a la realidad de que nadie acepto ser candidato a la diputación federal y no tuvo otra opción que postularse. Lo hizo sin recursos económicos y humanos, pero la presencia de Vicente Fox le dio miles de votos, suficientes para derrotar al PRI.
En el 2012, personajes como Rafael Pedraza y Carlos Canturosas, despreciaron la candidatura a la diputación federal y el PAN lanzó la candidatura de Glafiro Salinas, para cumplir con el requisito de participar. No le dieron ningún tipo de apoyo y en pleno proceso se peleó, con el dirigente municipal, Carlos Bulás Villarreal, quien lo abandono a su suerte. El día de su cierre de campaña, camino más de 15 kilómetros, acompañado de unos pocos correligionarios. Para su suerte, la presencia de Josefina Vázquez Mora en la boleta electoral, le dio miles de votos que permitieron ganar.
Si hasta el 2012 el PAN batallo para encontrar candidatos, ahora le sobran tanto de extracción panista como priista. Pero esa es otra historia.