Estado
El autogobierno de Tamaulipas
Por Oscar Díaz Salazar
Seis meses se tardó el Gobierno de Tamaulipas para saber, y reconocer, que no gobernaba en el penal de Ciudad Victoria, que no mandaba en la cárcel de la capital, que en la penitenciaria victorense no prevalecía su gobierno, que ahí en ese sitio – confesó su vocero- , había «autogobierno», esto es: el gobierno de los propios reos.
Fue necesario que se fugaran 39 internos, que se presentaran varias riñas colectivas, que incendiaran las instalaciones y hubiera motines por tres días consecutivos en la ergástula capitalina, posteriores a la fuga masiva, para que el gobierno entendiera que ahí no mandan, mandan otros.
Reconoció el Vocero del gobierno de Tamaulipas que el autogobierno es el régimen que prevalece en la penitenciaría de Tamatán, y es justo aclarar que eso no se instauró en este gobierno, y aquí me refiero al que encabeza el panista García Cabeza de Vaca, pero este gobierno de Cabeza ya lleva medio año en funciones y precisamente porque los tamaulipecos no queremos esas prácticas de los gobierno anteriores, es que elegimos un gobernador de otro partido, que creímos acabaría con esos vicios, costumbres, actos y omisiones que padecimos por muchos años.
Seis meses transcurrieron para poder darse cuenta del autogobierno en la cárcel de Ciudad Victoria. ¿Cuánto tiempo les llevará comprender que en muchas otras áreas en las que se supone que él manda, también hay autogobierno?
¿Cuándo se dará cuenta que sus instrucciones no se cumplen, sus ordenes no se atienden y sus indicaciones se ignoran en muchas de las oficinas del gobierno que encabeza? Comparto los detalles de una oficina del gobierno del estado en donde aplica esto del autogobierno, pero no es la única:
Sé de muchos asuntos que no se atendieron en la Oficina del Gobernador, a cargo de Víctor
Sáenz, y fueron varios los lectores que me escribieron para reseñarme los detalles de gestiones «atoradas» en el escritorio de Sáenz, a pesar de contar con el visto bueno del Ejecutivo… Y si a Sáenz le tocó el ingrato papel de ser el malo en el juego de simulaciones en el que el Gobernador concede y da el sí, mientras que Víctor Sáenz se encarga de negar en los hechos, debo reconocer que lo hace muy bien.
¿Cuántos aliados se tienen que fugar? ¿Cuántos amigos se tienen que decepcionar? ¿Cuántos conflictos se van a activar? ¿Cuántos compañeros se van a retirar? ¿Cuántos problemas se van a presentar? ¿Cuántos compañeros dejarán de serlo?
Hasta que el gobernador entienda que hay autogobierno, en donde se supone que su palabra es la ley.