Autogobierno y corrupción…
VIDA DIARIA
ROSA ELENA GONZALEZ
Dicen que después de la tragedia llega la calma, tras un hecho negativo resulta algo positivo, la verdad ojala así sea, que lo sucedido en el Penal sirva para que se comience a sanear el sistema penitenciario, que los reclusorios sean centros de sanciones y readaptación social no escuelas del crimen o ciudades perdidas, lugares lejos de DIOS y cerca del diablo.
De lo malo algo bueno debe resultar, por lo pronto, se ve la urgencia de poner orden en los centros penitenciarios, terminar con la corrupción, igual se debe trabajar en la readaptación, y, si es posible, se apliquen en la reubicación.
El penal de la capital tamaulipeca está situado en la calzada General Luis Caballero, en una arteria muy transitada y el edificio penitenciario tiene cercanía con planteles educativos, iglesias, instituciones gubernamentales y colonias con alta densidad poblacional razón por la que su estadía en el lugar ya no es conveniente ni para los operativos de seguridad ni para la misma sociedad.
Las imágenes que circularon en las redes sociales y se publicaron en los medios de comunicación de las condiciones y el infierno que se vivió en el Penal son para la reflexión, no solo para las autoridades, también para la población, para que quienes piensen en delinquir lo piensen muy bien, sepan a dónde pueden ir a parar.
Los videos dan cuenta de una verdadera ciudad perdida, un mundo aparte que marca la miseria, dolor y mucha corrupción.
Siempre se ha dicho que los penales son escuelas del crimen amparadas por la corrupción, solo los que han vivido en ese infierno pueden dar constancia de ello, pero la verdad es que las imágenes que mostraron son de un lugar muy deprimente donde se respira miedo, tragedia e incertidumbre, condiciones lúgubres de los talleres que, hasta donde se ve, no tenían medidas de seguridad e higiene, de los derechos humanos de los pobres mejor ni hablamos, porque es un hecho que no todos los que están en el reclusorio son criminales. También están ahí por robar para comer, otros que pagan culpas ajenas y sin faltar los que su único delito es no tener dinero para pagar un abogado que les ayude a comprobar su inocencia.
Montones de escombro que terminaron en llamas dieron cuenta de la corrupción que durante muchos años se ha existido en los penales, tienditas destruidas que no eran más que tejabanes de película de miseria pero que seguramente dejaba muy buenos recursos a quienes las manejaban y a las autoridades que permitían ese poder.
Reconocen las autoridades que había autogobierno en el penal local, ese ha sido un secreto a voces de siempre y lamentablemente no se actuaba en consecuencia por parte de las autoridades, al contrario.
Aun recordamos aquellos tiempos cuando JASINTO FLORES PEÑA ingresaba al penal vestido de Rambo y él mismo decía lo hacía para dialogar con EQUITERIO GAMBOA para poner orden a quienes tenían el control interno, obvio no se refería a las autoridades sino a quien mandaba, presuntamente el acuerdo era rentable, quien sabe, CHINTO se volvió millonario.
Igual se recuerda la fuga de más de 59 reos en Nuevo Laredo al finalizar la administración de EUGENIO HERNANDEZ FLORES, que no se escaparon por un túnel sino que salieron por la puerta principal y abordaron camiones de línea ¿solos? Obvio no, se fueron amparados por la corrupción.
En el caso del el centro penitenciario de la capital tamaulipeca es mucho en lo que se tiene que poner atención, es obvio que la corrupción ha prevalecido por años, que si hay autogobiernos o no, la culpa no es de los internos sino de quienes lo permitieron.
De todo lo sucedido con la fuga, el túnel, riñas e incendio calcinador que una vez más nos puso en los ojos del mundo por asuntos de seguridad, algo bueno debe resultar.
Comenzando con retomar y acelerar el asunto del nuevo penal, trasladar a los internos hacía allá para que el edificio de la calzada Luis Caballero, que ya prácticamente está en el centro de la ciudad, rodeado de colonias de alta densidad poblacional, escuelas e instituciones gubernamentales, sea utilizado en cosas más afables, en un museo o una nueva casa de arte, o las dos cosas que para eso hay suficiente espacio.
Ojala un día no muy lejano el viejo edificio que hoy alberga el Penal, albergue cultura y recreación no historias de dolor, miedo, autogobiernos y corrupción.
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