Morena plantea cambio de estrategia
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Raúl Hernández Moreno
Desde que la revista Proceso anunció el viernes 22 que en su edición del domingo publicaría una entrevista con Rafael Caro Quintero y que al día siguiente el video de la misma estaría disponible en dos páginas de internet, la noticia se replicó en medios de comunicación de varios países.
En abril de 2010, Proceso había logrado un impacto similar al publicar una entrevista con Ismael El Mayo Zambada, lo que provocó que el gobierno federal de Felipe Calderón pretendiese fincarle responsabilidades, con el pretexto de que había complicidad entre la revista y El Mayo.
En ambos casos se trató de un ejercicio periodístico. Ningún medio de comunicación rechazaría entrevistar a Obama, a Fidel Castro, al Papa Francisco, o a cualquier capo que les hablara para pedirles que lo entrevistaran. Tan interesante es entrevistar a un jefe de estado, al actor o actriz de moda, al ganador del premio nobel de químico o un capo del narcotráfico.
No se hace apología del delito al entrevistar a un capo, es simplemente darle oportunidad de conocer su versión. Versión que se puede creer o no. Y lo mismo ocurre con cualquier otra entrevista. Se cree o no se cree.
En fin.
Luego de lo mal que le fue en la última elección a Morena en Tamaulipas, sus militantes plantean el cambio de estrategia, incluyendo Nuevo Laredo donde los diversos grupos hablan de la necesidad de unificarse en uno solo, para poder ser un apoyo para su guía y candidato presidencial en el 2018.
En la elección del año pasado el grupo Rogelio González-Estuardo Alvarez impusieron su candidato y les fue terriblemente mal en las urna, con una votación por debajo del puntaje que el partido traía en las preferencias electorales nacionales, lo que confirmó que esa votación la hubieran sacado aún sin candidato, porque lo que se estaba vendiendo era la marca, no las propuestas de su candidato.
Para el 2016, el grupo de Gastón Herrera impuso candidatos y a Morena le volvió a ir tan terriblemente como un año antes, lo que reconfirmó que lo que sigue vendiendo es la marca.
Con este panorama, los morenistas están planteando un borrón y cuenta nueva en el que todas las corrientes trabajen bajo un mismo objetivo y las decisiones se tomen de manera colegiada para que en la elección del 2018 se venda algo más que la marca.
El plan es no apostarle todo a la imagen de Andrés Manuel López Obrador sino realmente construir una pequeña estructura territorial que no sean simples números y nombres, sino que se traduzca en votos reales.
Cerrarle el paso a la simulación, pues.
Y es que hasta ahora, en Morena como en casi todos los partidos, se apuesta más en la simulación, en hablar de estructuras y números sin sustento, en creer que por qué un vecino les abre la puerta de su casa ya está con ellos, pero estos supuestos apoyos no se traducen en votos el día de la elección.