Un buen policía…
CENA DE NEGROS
Marco A. Vázquez
Hace muchos años, antes de que nuestra sociedad se convirtiera en un reverendo desastre, las tienditas de la esquina no requerían las cámaras de videovigilancia que hoy son tan comunes, es más, tampoco era necesario que la dueña o dueño estuvieran al frente de las mismas porque los niños, señoras o señores llegaban, abrían las alacenas, se despachaban y luego de ello gritaban a la propietaria para que se acercara a cobrar.
Eran los tiempos en que no podías llegar a tu casa con un chicle en la boca si no te habían dado dinero para ello, no existía el me lo encontré, me lo regalaron, o cualquier excusa similar, no podías llegar con nada extra porque el papá, mamá, o los hermanos mayores tenían que llevarte hasta donde te lo hubieran dado o te lo hubieras encontrado, verificar que fuera real tu dicho o que no nadie haya visto a quien se le cayó para que lo regresaras, era muy penoso el trámite para que pudieras hacer uso del mismo.
Si, si descubrían que por travesura o maldad habías tomado cualquier cosa, desde un chicle para arriba, te tocaba probar la chancla, cinto, o algo que llamaban cuarta que era una especie de látigo de cuero, pero además debías regresar el producto, decirle al dueño que lo tomaste, ofrecer disculpas y quedarte ahí para hacer cualquier trabajo que desquitará el precio o el valor de lo que hubieras obtenido ilícitamente.
Cierto, se sembraban valores en la casa, se dejaba constancia que, aún en la calle, nada estaba perdido, que todo tenía un dueño, o en el mejor de los casos, que todas las acciones tenían un costo a pagar.
Quizá por ello los jóvenes, incluso niños, que dejaban la escuela (en aquel tiempo un problema bastante grave y recurrente) no duraban un solo día en la casa de flojos, se buscaban cualquier trabajo a sabiendas de que a la hora de avisar que ya no acudirían a estudiar perdían sus derechos a la comida, lavada de ropa o situaciones parecidas.
De aquellos que fuimos niños y crecimos en esas circunstancias no recuerdo un solo vago, es más, la gran mayoría le llora a los padres o madres que se les han ido y el resto les sigue venerando, sabedores de que mamaron valores que les permiten ahora respetar y ser respetados para el resto de sus vidas.
Hace poco más de 20 años se dejó toda esta enseñanza, en las mismas escuelas los maestros perdieron todo su liderazgo y capacidad para educar a los niños y sustituir a los padres como lo hicieron poquito antes, entraron muchas leyes que regulaban la relación maestro-alumnos, padres de familia con sus hijos.
Es obvio que era imposible seguir enseñando a golpes, en la casa o en la escuela, pero el problema es que nadie enseñó, ni a unos ni a otros, a sustituirlos, nadie fue capaz de investigar y ofrecer conocimientos sobre cómo educar a los niños.
Ahí nacieron los problemas de esta sociedad, hoy en las casas llega el hijo con un celular y en lugar de preguntarle de dónde sacó el dinero para comprarlo se los piden para usar el whatsapp o meterse al feis, peor aún, la muchacha o el muchacho llegan en carro nuevo y nadie se preocupa por saber cómo lo obtuvo, es más, se van a dar la vuelta de inmediato para estrenar y presumir.
En las escuelas la situación es peor, muchas veces el maestro es una especie de monigote que tiene que soportar cualquier abuso de los muchachos nomás para seguir cobrando su quincena, en otras sus esfuerzos se quedan cortos porque en la casa nadie le refuerza sus ideas.
No son inventos, los delincuentes de hoy en su mayoría son jóvenes, muchachos que no probaron la chancla o el coscorrón en la escuela.
Todo esto viene a colación porque un policía mexicano ayer regresó una cartera con 42 mil pesos en efectivo que se encontró, la dueña, dice él, ni las gracias se atrevió a darle, pero cerró con una frase que bien vale la pena entregarla a nuestra gente para la reflexión, “fue lo que me enseñaron mis padres, es lo que me enseñan en la Secretaria de Seguridad Pública, además al honor no se le puede poner precio, no se consigue con un billete”.
Es un buen policía, se llama Sergio Angeles Soriano, es del DF, pero seguro como él hay muchos más en todo el país, igual deberíamos existir más ciudadanos honestos y por lo menos un político que predicará con ese ejemplo.
En otras cosas… a propósito del tema, la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) participará con varias instituciones de educación superior del país, en un proyecto de investigación que busca medir el impacto de las conductas antisociales en los jóvenes y con ello, emitir recomendaciones que contribuyan en la elaboración de políticas públicas más enfocadas a la prevención.
Al respecto el Doctor Ariagor Manuel Almanza Avendaño, comentó que el proyecto se desarrollará a través del Cuerpo Académico de Estudios en Psicología de la Unidad Académica de Trabajo Social y Ciencias para el Desarrollo Humano (UATSCDH) de la UAT, enmarcado en la aprobación en México de la Red de Estudios de Violencia y Salud Mental.
“Vamos a trabajar en colaboración con la Universidad Autónoma del Estado de México, con la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, con la Autónoma de Zacatecas y con la Autónoma de Coahuila, para conocer la exposición a las conductas antisociales de los jóvenes y las implicación que tiene en términos de su salud mental, estrés postraumático, depresión, ansiedad, entre otros aspectos”, indicó.
Según la Secretaria de Desarrollo Urbano este año se invirtieron más de 110 millones de pesos en pavimentación de calles y mejoramiento de las ciudades, el recurso se aplicó en 34 municipios y se sumó a toda la obra pública que se realizó por el gobierno de Egidio Torre Cantú.
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