Estado

Ni Porfirio, ni Kaliman…

VIDA DIARIA
POR: Rosa Elena Gonzalez

Las añoranzas de todo adulto son por los tiempos pasados, en los que el consumismo no nos agobiaba, la tecnología se reducía a un radio de transistores, una vitrola y luego el tocadiscos y una televisión familiar con programación después de las cuatro de la tarde.

Muchos todavía platican de cuando el pasatiempo del atardecer era sentarse en sillones en la banqueta para saludar a los vecinos y ver pasar los pocos carros que circulaban, claro… después de servir la merienda y escuchar a PORFIRIO CADENA y KALIMAN.

En esos tiempos las mujeres soñaban con encontrase con un KALIMAN, que fuera caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malvados, y que les dijera que con serenidad, serenidad y paciencia, siempre hay un camino por donde luchar cuando se sabe mirar con los ojos de la inteligencia, bueno, así decía la entrada de aquella legendaria radionovela, pero hoy no hay Kalimanes.

Porque los tiempos ya no son los mismos, los jóvenes tienen otras historias y otros pasa tiempos, mientras que la gente mayor en la capital tamaulipeca recuerda cuando acudían al molino, después a las tortillerías con mantel, la leche en litros de vidrio retornables e iban al mercado con sus morrales de plástico o adquirían bolsas de papel que utilizaban en repetidas veces.

Se compraba en la tiendita los cuartos, medios o kilos de café, azúcar o galletas que las ponían en alcatraz o cucuruchos hechos de papel de estraza que reutilizaban, siempre con su respectivo pilón, en ocasiones los centavos de feria se los canjeaban por chicles o cualquier golosina.

Los quesos eran entregados en hojas de plátano o higuerilla, todo se manejaba de manera afable, sana, en comunión con la naturaleza, no existían las bolsas de plástico que hoy en día acumulan grandes cantidades de basura y contaminan de sobremanera, ya nadie da el pilón… a menos que sean tragedias, mucha gente no entrega los pesos mucho menos los centavos.

En aquellos tiempos la gente caminaba en las calles con tranquilidad, sin prisa y hasta El Tarura, aquel viejo personaje que deambulaba por toda la ciudad tocando su tambor y tarareando pedazos de canciones, era tratado con respeto, así como también se respetaba al gendarme y se privilegiaba la amistad y los valores familiares.

Ahora las cosas son diferentes, no solo en el corazón de Tamaulipas sino en todo el mundo, el consumismo ha provocado el deterioro de medio ambiente, el maltrato de la naturaleza en pos de la modernidad han desequilibrado los ciclos climatológicos que ahora nos cobra muy caro las facturas con sus cambios.

Hoy en día la contaminación ambiental, política y social se posa sobre la sociedad como una densa nube gris que asfixia e impide se vean las cosas con claridad, que hasta el mismo KALIMAN ya hubiera perdido su paciencia y sus ojos no verían el camino por donde luchar por más inteligencia que tuviera.

En fin, el caso es que el consumismo nos absorbe, la nobleza desaparece, la ambición nos invade y la corrupción nos aniquila, es verdad que no se puede regresar el tiempo pero si urge regresar a lo tradicional para cuidar nuestro entorno, a fomentar los valores familiares y de amistad para tener mejores personas, mejores ciudadanos, mejor calidad de vida.

Urge que se tenga conciencia que los malos hábitos del consumismo traen consecuencias lamentables, mala alimentación, enfermedades y desequilibrio con la naturaleza.

Analizar hasta donde la tecnología y la modernidad puede ser útil o dañina para nuestros hijos para evitar que se conviertan en autómatas sin remedio.

Necesitamos que la gente crea y tenga confianza en sus autoridades, que las grandes industrias no solo vean sus intereses económicos sino la supervivencia del ser humano.

Que se pueda caminar por las calles sin sobresaltos, acudir a la tiendita de la esquina, platicar con el vecino, cuidar su entorno, regresarle a la naturaleza algo de lo mucho que nos ha brindado, pero eso es solo un sueño, una añoranza de nuestros abuelos y un deseo de todos los ciudadanos que por más que buscamos no encontramos ni un PORFIRIO CADENA, un KALIMAN o ya de perdido un CHUCHO el roto que hagan al menos soñar que hay héroes que por el pueblo van a luchar, la maldad aniquilar y la bandera de este bello México enarbolar.

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