Estado

Los estudiantes que aspiran

Maremágnum
Mario Vargas Suárez

Hacia el año 1972, un puñado de 25 profesores normalistas fueron apoyados por un grupo de estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la ciudad de México, para que esta casa de estudios los aceptara como alumnos de alguna licenciatura.
En pocas semanas se sumaron más de un millar de aspirantes a una lucha que nació idealista. Una cruzada en la que los normalistas proponían que la UNAM, considerara a la educación normal, como el equivalente al bachillerato.

La lucha normalista para ingresar a una licenciatura de la Casa Máxima de Estudios Superiores en México se inició en mayo de ese 1972.

Los antecedentes estudiantiles fueron sin duda 1968, con la Noche de Tlatelolco y el 10 de junio de 1971, cuando el gobierno golpeó al pueblo de México con el asesinato de miles de estudiantes. Uno en la Plaza de las Tres Culturas y el otro en el cruce de Av. de los Maestros y Calzada México Tacuba, en la populosa Santa María la Rivera, del DF.
La síntesis de esa lucha es que las autoridades universitarias inicialmente abrieron la posibilidad para que los normalistas ingresaran solo a alguna escuela de la Facultad de Filosofía, como la Escuela de Pedagogía (fue la más saturada) la Escuela de Filosofía, la de Teatro, etc.

En la toma de Rectoría por los normalistas, -siempre bajo la tutela de los líderes de Filosofía- una tarde, en un mitin improvisado apareció Sócrates Campus Lemus, líder estudiantil del 68, que dijeron, hacía unos minutos había alcanzado la libertad, porque era de los presos políticos encarcelado en la prisión de Lecumberri, por lo del dos de octubre del 68.

Sócrates, de barba larga, mal aliñado y con un discurso conmovedor por la lucha de clases sociales, por un México más democrático, más justo, por una la educación popular, etc., etc., apasionó a quienes lo escucharon y la lucha por ingresar a la UNAM se fortaleció.

Al final, el acuerdo del Consejo Universitario fue que se abrían todas las licenciaturas para los normalistas, solo que tendrían que presentar un examen sobre tres materias básicas: Física, Química y Matemáticas.

Esta medida abrió el cándido entusiasmo de los normalistas que no solo se dividieron, sino que fueron blanco fácil de la reprobación.

Las conjeturas de esta historia real, se basan en que la vocación de ese puñado de profesores –aspirantes a ingresar a la UNAM- no fue auténtica por la docencia, buscaban seguramente la oportunidad de abandonar el magisterio y estaban en su legítimo derecho si no era esa su vocación.

Pero a más de cuarenta años de sucedido este hecho, la pregunta es ¿Esos maestros hubiesen concluido sus estudios en la UNAM?… ¿Y luego?
Desde hace más 40 años, en México existe una sobreproducción de profesionistas de muchas áreas del saber humano y la lógica dice que tanto la iniciativa privada como la administración pública han sido incapaces de dar empleo al egresado del Sistema Educativo Nacional.

Lamentablemente no es el presidente Peña Nieto o Emilio Chuayffet, ni siquiera Calderón, Fox, Zedillo o el que me diga. Es la política educativa nacional que no ha ido en coordinación con las empresas.

El sistema está tan deteriorado, que en educación puede usted encontrar lo mismo que médicos veterinarios, que de medicina humana y homeopática, lo mismo laboratoristas que ingenieros del área que me sugiera.

Hay abogados, contadores, enfermeros, terapistas, etc., como taxistas, taqueros, vendedores de autos o celulares, agentes de préstamos o de seguros… de lo que me diga y de la profesión que guste: No trabajan –ni tantito- en lo estudiaron.
Ahí está el dato: En este ciclo escolar 2015-2016, el Instituto Politécnico Nacional admitió a 23 mil 349 estudiantes para cursar alguna de las 67 carreras que imparte, de estos ¿Cuántos egresan con los estudios concluidos? Y más… ¿Cuántos trabajarán en lo que estudiaron?, ¿Cuántos rechazados hubo, gracias al examen de admisión?

Comentarios: mario.vargas@starmedia.com

Notas relacionadas

Botón volver arriba