Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
Junio 09
En apenas dos años, el canturosismo paso de 84 mil 467 votos obtenidos en la elección del 2013, a 44 mil 954, en la elección del domingo 7. En dos años, este movimiento perdió 39 mil 513 votos.
Y pensar que hace una semana, los más connotados personajes del canturosismo sostenían que le ganarían al PRI con una diferencia de 2 a 1. Se fueron moderando conforme transcurría la campaña, pues en febrero hablaban de que le ganarían al PRI con una diferencia de 3 a 1.
Aún más, convencidos de que el PAN está haciendo historia en Nuevo Laredo, hablaban de que en estas elecciones podrían obtener entre 140 a 160 mil votos.
El canturosismo se sentía tan confiado que menospreciaron el apoyo de militantes del PAN que se ofrecieron colaborar como representantes generales o de casilla, pero nadie los llamó. Los dirigentes creyeron que ganarían de calle y no los necesitaban.
Fue un grave error, ante los resultados obtenidos. En una campaña no se puede hacer menos a nadie, por más certeza que se tenga de ganar la elección.
Perder 40 mil votos — estas cifras son preliminares, aún falta de contabilizar algunas casillas y la cifras finales es posible que queden en 37, 38 mil votos menos, con respecto a las del 2013– no es cualquier cosa.
Cuarenta mil ciudadanos que en el 2013 confiaron en el PAN, o en Canturosas, decidieron darle su voto a otros partidos, o simplemente no ir a votar.
La pérdida de estos 40 mil votos, son también la muestra de que hay desencanto y desilusión por la forma en que está gobernando el PAN. Si las cosas no fueran así, el PAN habría conservado los 84 mil votos del 2013, más otros 6 mil de la ribereña, por lo menos.
Se auto-engañaron quienes creyeron que el gobierno canturosista está haciendo un trabajo tan extraordinario que los votos se dispararían a 140 mil, a 160 mil. Esas cifras no se dan en ninguno de los 300 distritos que hay en el país.
Hoy que el PAN retrocedió, en vez de darle la vuelta al asunto y ver a la elección que viene, se centra en buscar responsables de la derrota.
Cuando termina un proceso, todos los partidos, hayan ganado o perdido, deben centrarse en el análisis sobre sus fortalezas y debilidades, pero no iniciar una persecución de sus propios militantes. A final de cuentas si un operador fallo, habrá que sustituirlo, pero para detectar sus fallas, antes era necesario darle la oportunidad de que mostrase de qué era capaz en el desempeño de la tarea asignada.
