Doña Paty y el fisgón
Anecdotario Javier Rosales Ortiz
ANECDOTARIO / DOÑA PATY Y EL FISGON
16 de Septiembre del 2014.- Su rostro se asemejaba al de una mujer satisfecha, plena, segura de si misma, como el de esas féminas que lo tienen todo y que hasta les sobra para repartir.
De pantalón de mezclilla, claro de marca, y una blusa blanca que hacia resaltar su alta y delgada figura, ella se deslizaba sin prisa por los angostos pasillos de aquella tienda comercial que se ubica en pleno corazón de la capital de Tamaulipas y solo estiraba la mano para tomar los productos sin consultar el precio, los se iban acumulando en su carrito.
De lejos y de cerca, se le apreciaba como a cualquier ama de casa que cumple con sus labores hogareñas de surtir la despensa y, eso está bien, porque ella como figura pública que fue es dueña de una reputación casi inmaculada y nada le impide que como cualquier ser terrenal ocupe su tiempo en satisfacer las necesidades propias de su residencia.
Fue un domingo reciente a eso de las 13.00 horas cuando ella, despreocupada, caminaba por ese centro comercial derramando lisura y en ocasiones se detenía para saludar a sus conocidos, quienes se desgastaban en alabanzas sobre su estilizada figura, lo que al parecer le agradaba y la hacia sentir más completa.
Consciente, ella, de que la fama que ha cosechado se la ha ganado a pulso porque su trayectoria como política y como servidora pública le ha dejado también gratos recuerdos, se despedía de sus amigos y ya a sus espaldas su rostro como que dibujaba un dejo de fastidio.
Pero ella nunca pensó que su salida del centro comercial iba a coincidir con la de un sujeto que tiene la reputación de todo «un fisgón», quién no perdió detalle de cada uno de sus movimientos, como cuando empujo el carrito hacia su flamante camioneta color entre gris y chocolate.
Pero Usted se preguntara: ¿Que tiene eso de interesante?, por eso me explico a continuación.
Resulta que el costoso vehículo presentaba en un costado las siglas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, el que por regla no debe de circular en días inhábiles y mucho menos para que sea utilizado en labores de tipo doméstico.
Pero ella, sin reparar en la presencia de «el fisgón», depositó su mandado en la cajuela de la unidad motriz y, rauda, abandonó sonriente el estacionamiento del centro comercial.
¿Y porqué tanto barullo por un hecho tan pueril?, se preguntara Usted de nuevo.
Lo que sucede es que el rector de la UAT, Enrique Etienne Pérez del Río, advirtió que limpiara el mugrero- así lo declaró textualmente- de la Máxima Casa de Estudios de Tamaulipas y, a esto, no se le puede ubica de otra manera.
Y es que ella ostenta una cartera en la UAT junto con su esposo, lo que les permite gozar de un estatus social que muchos desean.
Pero además, esta dama fue una alta autoridad en la PRI de Tamaulipas y diputada suplente, lo que le concede un valor agregado a la responsabilidad que debe tener para conducirse de acuerdo a lo que marcan las reglas.
Se deduce, también, que ella no paga de su bolsa la gasolina y otras comodidades a las que se quedaron acostumbrados quienes aún gozan de algún nombramiento balín en la UAT.
Pero parece, ser, que la advertencia del Rector de limpiar la casa va en serio, porque ya paso por la guillotina a más de una docena de maestros que cobraban sin devengar su salario.
Allí, está, pues, un caso fresquito para Don Enrique.
Porque si es real que pretende limpiar el rostro de la UAT.
Hechos, como, éste, solo le dan mas valor a la palabra «cinismo».
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