¿Quien va a poner orden en Tamaulipas?
La hora de Tamaulipas
Pablo Hiriart
El gobierno estatal nombró al general Antonio Gutiérrez García como secretario de Seguridad Pública, y apenas comenzó a apretar le mataron en una celada a su Jefe de Investigaciones, Salvador de Haro Muñoz.
Se ha informado que los Zetas fueron los autores de la trampa en que murió el encargado de investigarlos.
¿Ellos van a mandar en ese estado fronterizo?
No se puede permitir que los más importantes pasos de la frontera del este de México con Estados Unidos se encuentren en manos de cárteles criminales.
Ya mataron a un candidato a gobernador, a alcaldes, atentaron contra una senadora y quisieron levantar a otro.
Y con esa situación el gobierno federal sueña con construir un gran puerto en Matamoros. ¿Para qué? ¿Para que lo usen los Zetas o el cártel del Golfo?
Lo primero que debe hacer la Federación es poner orden en Tamaulipas, donde el gobierno estatal hace su parte pero no puede solo.
Además, el reclamo social por seguridad en Tamaulipas crece, es justo, es urgente y está fundamentado.
Los tamaulipecos no aguantan más el atropello de bandas criminales que por mucho tiempo han hecho lo que quieren con la población de esa entidad.
Treinta muertos en una semana es demasiado. Pero no es un fenómeno nuevo ni aislado. Ahí pasan los años y las bandas criminales han reemplazado a las autoridades civiles en distintos municipios, entre ellos los más significativos de la frontera con Texas.
Los cárteles se apropian de ranchos, de fincas, secuestran, trafican con drogas, cobran derecho de piso y tienen en sus manos importantes segmentos del sistema de aduana con Estados Unidos. Ellos mandan, no el Estado.
Es imposible que las bandas criminales operen en gran escala sin la complicidad del poder político. Tamaulipas no es la excepción.
En Michoacán, el exgobernador Jesús Reyna ya está en prisión por delincuencia organizada y nexos evidentes con el cártel de los Caballeros Templarios. Asimismo alcaldes, tesoreros y exediles están siendo procesados, luego de la intervención enérgica de la Federación a través del Comisionado Alfredo Castillo.
¿Por qué el gobierno federal no interviene en Tamaulipas? Ahí están en juego la tranquilidad de los habitantes, el derecho a vivir, a trabajar, y también la soberanía nacional.
Si el puerto de Lázaro Cárdenas era prácticamente una propiedad de los Templarios en Michoacán, no cuesta trabajo imaginar lo que ocurre con Tampico, Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo.
¿Ningún político Tamaulipeco está en colusión con los cárteles?
¿Zetas y Golfos crecieron y tomaron esos espacios de poder sin complicidad de nadie?
¿De dónde sacó el exgobernador Tomás Yarrington su fortuna faraónica?
¿Quién mató al excandidato y virtual gobernador Rodolfo Torre Cantú?
La sociedad tamaulipeca necesita respuestas. Y necesita que le devuelvan la tranquilidad. El Estado se las tiene que proporcionar, o no sirve para nada.
Estelas
Ojalá que la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, no se eche para atrás ni la echen para atrás. La embestida en su contra proviene de grupos ultra conservadores que están contra la planificación familiar. Creen, a la usanza de Luis Echeverría, que “gobernar es poblar”.
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