Estado

PEÑA Nieto y Egidio; frialdad institucional

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Por:Mauricio Fernández Díaz

Fue una larga espera. Los invitados al acto presidido por Peña Nieto tuvieron que aguardar pacientemente más de dos horas la llegada del presidente de la República, quien al final arribo, dio un discurso extremadamente revelador, dejo hablar un poco a Chuayffet, al gobernador y partió.

Sin duda, el mensaje entrelineas de Peña, su trato distanciado y en momentos hasta despectivo hacia el gobernador revelaron ahí, a unos metros de donde se encuentra la cruz que marca el lugar donde fueran arteramente masacrados Rodolfo Torre Cantú, Blackmore y otros que los acompañaban ese día, la caída en desgracia del gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantu.

La frialdad, la toma de distancia fueron el parámetro para medir el grado de molestia del ejecutivo federal hacia el estatal.

El presidente siempre adelante, acompañado por Emilio Chuayffet, Osorio Chong y otros miembros del gabinete presidencial; detrás, el gobernador del estado, cabeza baja, ojos huidizos, rostro tenso avanza hasta llegar al presidium.

Llegaron en el mismo helicóptero procedentes de Tampico. No ha trascendido aún lo que ambos platicaron. Sólo se especula que no fue una charla amistosa, dado que en su discurso, Egidio hizo lo que en casi 4 años había evadido. Reconocer el incremento de la violencia, la inseguridad, la falta de paz, de tranquilidad, matizado con una frase hueca: en Tamaulipas pasan cosas buenas…pero….

Un detalle no escapa a la aguda observación de los periodistas presentes. Unos momentos antes de tomar asiento, sucede un imprevisto. Peña Nieto le pide caballerosamente la silla que le correspondía al gobernador para cedérsela a una dama; Egidio esboza una forzada sonrisa y accede a entregarla. Inmediatamente le llevan otra; el mensaje había sido claro, contundente, publico: Egidio Torre no está en el afecto ni en el ánimo del presidente.

Tan es así, que la protocolaria foto, la del recuerdo, aquella que jamás falta en la visita de un ejecutivo estatal no se dio. Si acaso hubo algunas tomadas al vuelo por los fotógrafos del estado, pero quedo ahi el hueco, el vacío en donde debería estar la gráfica de dos gobernantes en un sólido y afectuoso abrazo, sonrientes y relajados. Peña no se quiso exponer a la toxicidad emanada por el gobernador. Por algo será. Sólo el sabe lo que viene para Tamaulipas.

A continuación, la crónica de Víctor Hugo, de Milenio:

«El cuerudo; monumento edificado en el sexenio pasado se ve rodeado de decenas de automóviles. El jinete, en su caballo reparando que despide a los que se dirigen a San Luis Potosí, Matamoros o Soto La Marina, hoy presencia más tráfico de lo que se acostumbra.

El tránsito equiparable a un día de quincena en viernes, se agudiza más hacia la carretera a Soto la Marina, al este, en el kilómetro tres, a la una de la tarde, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, inaugurará una obra educativa; los filtros de seguridad federal y fuerzas armadas son el motivo de ese lento transitar.

Una brisa fuerte quita el calor de las 10: 45 de la mañana a aquellos invitados que sus automóviles no llevan clima, como las lujosas suburban, tahoe y, demás vehículos en los que funcionarios se desplazan para estar puntuales en la cita con el ejecutivo federal.

El velocímetro apenas se mueve, el tráfico fluye por un embudo que conduce a una veintena de elementos federales fuertemente armados, tres camionetas y un rino que los flanquea. Inspección que llama la atención de los comensales de un puesto de tacos a orilla de carretera.

Han transcurrido 15 minutos, a lo lejos se aprecia un segundo filtro; personal de gobierno organiza y, pide a los que van llegando subirse a unas vans que se han dispuesto para el traslado a otro punto de revisión, «me esperan en el otro filtro para sus acreditaciones», se escucha una voz.

El paseo de poco más de 200 metros pronto llega a su fin. Grandes carpas blancas resguardan de los fuertes rayos del sol a los que llegan, la voz chilanga de un uniformado azul con chaleco y un pin dorado, delata que son guardias del estado mayor presidencial.

«Hagan una fila aquí, colóquense la acreditación en un lugar visible».

Sin distingo reporteros, funcionarios, empresarios, todos hay que formarse, hacer caso. La cara dura y el ceño fruncido del elemento, contrastan con dos mujeres de la policía federal, los lentes blancos coach que porta, el uniforme entallado y la estatura las harían pasar por modelos.

La voz chilanga nuevamente regresa a la realidad a todos los que poco a poco se aproximaban a los arcos detectores «ponga todo en la charola, deje monedas, celulares, equipo», advierten.

Al final del arco, binomios caninos recorren para advertir de explosivos o, cualquier otra sustancia peligrosa.

Son ya las 11: 35, el último filtro se ha pasado, cerca se aprecian varias carpas. El lugar ya se encuentra abarrotado, vallas metálicas impiden que se pueda desviar hacia otro lado.

Bajo las grandes carpas donde se celebrará el evento, la charla entre los invitados genera un susurro, se escucha mucho, pero sin llegar a entenderse. Se hacen pruebas de sonido, se ultiman detalles.

La hora en el celular marca las 12:45, se escucha decir al maestro de ceremonias «revisando equipo de sonido, revisando equipo de sonido». el poderoso sonido de los rotores de un helicóptero de la marina, indica que ya está cerca el Presidente.

La enorme nave surca el lugar, da varias vueltas y se retira, todos dan la espalda al estrado de los invitados de honor colocado de oriente a poniente, con la idea que el ejecutivo llegara de un momento a otro.

Ese momento se hace de una hora más, la impaciencia es aplacada por unos códigos que se aprecian a la distancia, un largo convoy indica la llegada, al frente una patrulla de la Policía Federal, seguida por suburban blindadas con escotilla y, vehículos militares.

De las unidades bajan los funcionarios, pero destacan varios elementos con uniforme verde olivo y otros con ropa color caqui que de inmediato le forman un perímetro de seguridad a un hombre de camia roja y rayas blancas, «ahí esta es Peña Nieto», se comenta.

Entre porras que le dicen «Presidente amigo la porra está contigo, Presidente amigo, Tamaulipas está contigo», Enrique Peña Nieto se acerca al lugar, detrás, el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chon, el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor y, otros funcionarios se van abriendo paso.

La pesada mirada de los escoltas presidenciales no inhiben a algunas personas a acercarse al ejecutivo y tomarse las selfie de moda, finalmente llega al presídium, tras el protocolo en el ahí, se da paso a las palabras de Chuayffet Chemor y Egidio Torre Cantú.

El primero destaca la obra por la que el mandatario visita la capital, la edificación del Centro Regional de Formación e Investigación Educativa Parque Científico y Tecnológico de Tamaulipas, del cual dice, cubrirá al noreste de la república Mexicana, donde habrá novecientos alumnos en la modalidad presencial y 600 en la modalidad a distancia, ofrecerá cursos tanto en matemáticas como en lengua, actividades o educación artística y en gestión, tareas son básicas para la educación.

«Hoy, aquí, en Victoria un paso firme en materia de reforma educativa, lo da el Presidente de la República, ahora con un centro que seguirá apoyando a quienes son protagonistas de la gran batalla de la educación: los maestros de México, los maestros de noreste de la República».

Mientras que Torre Cantú, hace referencia a los beneficios de esta obra, al igual que el impulso tendrá el estado con la reforma energética, más hay un tema primordial que aqueja a los tamaulipecos, como es el de seguridad.

«Están pasando muchas cosas buenas en Tamaulipas, sin embargo la inseguridad, la falta de paz, la falta de tranquilidad las ensombrece, las limita, inclusive en algunos casos hasta las cancela, estamos viviendo tiempo difíciles, todos lo sabemos, estamos viviendo tiempos complicados, pero ahora también, nunca, lo quiero repetir, nunca se había tenido un apoyo de un gobierno de la república como el que se anunció a través del Secretario de Gobernación, encabezando el gabinete de seguridad nacional el martes, señor presidente, deberás, muchas, muchas gracias».

Toca turno al ejecutivo, sin teleprompter que leer al frente, Peña Nieto define en tres puntos su mensaje, en el primero destaca el objetivo del centro regional, uno de los seis que tendrá el país, el segundo que dice, preocupa mucho a los tamaulipecos, la seguridad pública y, tercero erradicar el problema de acoso escolar o bullying.

En especial del tema de seguridad, el reto de Tamaulipas es terminar con este problema, uno de los motivos que lo trajeron a Ciudad Victoria, para que las instancias respectivas cumplan las metas establecidas.

«Tamaulipas merece ser una entidad segura, los tamaulipecos demandan esta condición porque son ustedes parte de un estado que provee y que contribuye al desarrollo nacional. Gente trabajadora, gente comprometida pero que demanda un espacio, un espacio donde puedan llevar a cabo sus actividades cotidianas con la mayor tranquilidad y en plena seguridad pública, y en este desafío tengan ustedes por seguro que el gobierno de la república no cejará en su empeño y en su compromiso para darle a Tamaulipas la seguridad que merece».

Han pasado 55 minutos que llegaron al lugar, apenas termina sus palabras el Presidente y agradece la presencia, se escucha por las bocinas la voz del maestro de ceremonias, «señoras y señores, es así como damos por finalizado este evento, se despide de ustedes el ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Enrique Peña Nieto».

Rápidamente individuos con chicharos en sus oídos se comunican entre sí, el perímetro de seguridad se forma nuevamente, las unidades blindadas están listas, los elementos con ropa verde olivo y color caqui, encaminan al Presidente a su vehículo y finalmente retirarse»

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