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El sindicato

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Maremágnum
Mario Vargas Suárez

Para muchos hablar de sindicatos es hablar de corrupción, es hablar del mal manejo de cuotas y del engaño a los trabajadores para que “el patrón” haga y deshaga sobre los derechos de sus empleados.
Sin embargo vale la pena considerar que la interpretación de ‘sindicato’ se entiende como la “…asociación voluntaria de los trabajadores en defensa y promoción de sus intereses laborales, con respecto al centro de producción o al empleador con el que están relacionados contractualmente.”
Por lo tanto la filosofía de la organización sindical tiene como principios la hidalguía del gremio, inspiradora en imágenes de equidad, justicia y superación colectiva.
Los investigadores de este tema aseguran que el estado busca el sometimiento de la clase laboral, por medio de los sindicatos para la producción de bienes y servicios, sin reservas.
Los líderes oficiales -o los reconocidos por el estado- son ‘persuadidos’ con distintos ‘estímulos’ desde la ocupación de cargos de elección popular, hasta económicos estímulos, becas, prestamos o comodato de autos, edificios, etc.
También existe una corriente sindical más liberal y que consideran la actividad sindical como una alternativa de lucha permanente para conseguir mejores prestaciones y canonjías del patrón y del mismo gobierno.
Partiendo de esta clasificación, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es buen ejemplo de las dos corrientes. Por un lado el sindicato oficial, el sindicalismo que ha estado al lado del gobierno -del color que sea-.
La historia del SNTE nace en diciembre de 1943, porque finalmente el presidente -Manuel Ávila Camacho (1940-1946)- prácticamente ‘obliga’ a las múltiples organizaciones magisteriales a fundar una solo bloque de maestros, por lo que convoca en el Palacio Nacional de Bellas Artes a federaciones, confederaciones, asociaciones, frentes, sindicatos, etc., más representativos del territorio nacional.
Los primeros en tomar el control sindical fueron el defeño, Ing. Jesús Robles Martínez (1913-2004); el hidalguense Manuel Sánchez Vite (1915- 1994); y el chiapaneco Edgar Robledo Santiago (1917-2008), quienes representaron “el poder tras el trono”.
Sin embargo el nacimiento del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) es creado por seguidores del guerrerense, maestro de primaria, Othón Salazar quien en 1958-1959 logra paralizar al 50 % de los maestros del país por un aumento salarial del 100%.
Precisamente el MRM fue considerado por el mismo gobierno como “los rojillos” del magisterio y fueron los estados de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán donde en forma clandestina se fueron multiplicando los militantes para dar paso a lo que ahora conocemos como Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)
Por la línea ‘oficialista’ el 22 de septiembre de 1972, un ‘golpe de estado’ hacia el interior del SNTE, coloca al Profesor y Licenciado en derecho, Carlos Jongitud Barrios, como el ‘libertador’ del gremio.
La vida política del potosino Jongitud, perduró hasta que el estado quiso, porque en febrero de 1989 fue sustituido por la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales que se desempeñaba como delegada de ‘Gustavo A. Madero’, por instrucciones presidenciales. Era el inicio del sexenio del hombre de Hualahuises, N. L., Carlos Salinas de Gortari.
La era ‘Elbista’ termina en febrero 26 de 2013, cuando es detenida por fuerzas federales y recluida a la cárcel de mujeres, de Santa Martha Acatitla, en el Distrito Federal, acusada de delitos graves que hasta la fecha la tienen tras las rejas.
Esta nueva era no puede ser del sustituto de Gordillo Morales, Juan Díaz de la Torre, más bien el SNTE sigue en manos ajenas al magisterio, para continuar sirviendo al gobierno en las tareas específicas que le encomiende.
La historia magisterial de Tamaulipas no deja nada a la imaginación. Quizá el líder único durante los últimos 30 años fue el profesor de Miguel Alemán, Jesús ‘Chuy’ Cervantes Sánchez, quien terminó su cacicazgo, junto al de Carlos Jongitud y de ahí… no hay cabeza, no hay líder.
En su momento quizá la figura del profesor Reginaldo Elizondo Garza, fue muy emblemática no solo en su natal Nuevo Laredo, sino en todo el estado, distinguiéndose no solo por sus dotes de orador, sino por la nobleza de su carácter.
El espacio es corto y finalmente le comento que han pasado varios secretarios generales de la 30 y algunos de ellos sin pena ni gloria, otros se fueron a buscar cobijo a las oficinas centrales del SNTE, para convertirse en auxiliares de los titulares del CEN.

Comentarios: mario.vargas@starmedia.com

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