La fiesta de Los Templarios de la que ¿no se enteró Peña Nieto?
Por: JOSÉ GIL OLMOS
MÉXICO, D.F. (apro).- La noche del domingo 2 de febrero el Pabellón Don Vasco de Morelia estaba que no cabía en sí. Los de la A levantaban el ánimo de los miles de asistentes con sus narcocorridos, y con gritos los invitaban a “ponerse bien locos” y a enrolarse para defender su tierra, Apatzingán, llena de policías y soldados. El espectáculo parecía una fiesta. Los invitados especiales eran los Caballeros Templarios.
El corresponsal del diario Reforma en Michoacán, Adán García, narró el concierto que ese día ofrecieron Los de la A (por Apatzingán) y El Komander, ataviados con uniforme militar y lanzando gritos a favor del cártel que el gobierno de Enrique Peña Nieto quiere desterrar del suelo michoacano, con una estrategia militar reforzada con miles de soldados y militares distribuidos en las zonas de Tierra Caliente y la costa, pero que no llega a las raíces del problema.
Por 10 horas diversos grupos y cantantes divirtieron a los miles de michoacanos que llegaron hasta el auditorio propiedad del gobierno del estado. En uno de los momentos clímax, Los de la A y El Komander no tuvieron empacho en manifestar su devoción por Los Caballeros Templarios.
El griterío no se hizo esperar cuando Los de la A, vestidos con chalecos y uniformes camuflados, lanzaron vivas por la capital de Los Caballeros Templarios: “¡Arriba Apatzingán! Andamos ocupando gente para ir a Apatzingán a echar putazos”.
El alboroto de los asistentes no apagó la pieza que el grupo de Apatzingán cantó a toda voz defendiendo al grupo criminal: “Yo soy de Tierra Caliente/el ruido a mí no me espanta/ Si un día me quieren matar/ las balas a mí me resbalan/ No me protege la ley/ ni la Santa Muerte/ son Los Templarios…”
La fiesta fue resguardada por las policías estatal y auxiliar y, según constata el reportero Adán García, además de la apología a Los Caballeros Templarios, corrieron ríos de alcohol y nubes de polvo blanco fueron compartidas.
Dos días después, este martes, llegó a esa misma ciudad de Morelia el presidente Enrique Peña Nieto para dar a conocer la estrategia con la que piensa recuperar Michoacán y que se asemeja mucho al plan “Todos somos Juárez”, que el expresidente Felipe Calderón lanzó en 2010 con una inversión de 3 mil 383 millones de pesos para ser distribuidos en seis áreas estratégicas. Al final resultó un fracaso y saltaron las denuncias de desvío de recursos públicos.
Peña Nieto pisó Morelia por primera vez como presidente, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad, y se comprometió a visitar la entidad una vez al mes. Además, anunció que el gobierno federal destinará 45 mil 500 millones de pesos a través de las “al menos 250 acciones” que se realizarán a través de cinco ejes de su plan “Por Michoacán”.
“Juntos lo vamos a lograr”, aseguró el mexiquense.
El Ejecutivo justificó la presencia de los miles de soldados y policías para recuperar Michoacán, y admitió que se necesita impulsar el desarrollo apoyando la economía familiar y los empleos, la educación y la cultura, la infraestructura y la vivienda, la salud y la seguridad social, el desarrollo social y la sustentabilidad.
No habló de las víctimas de la violencia, de los miles de muertos, desaparecidos y desplazados, de las autoridades corruptas que no han sido enjuiciadas, ni de los policías coludidos con los criminales que siguen libres. Tampoco dijo cómo se va a recuperar el tejido social, dañado por décadas por gobiernos corrompidos y corruptores, y que no se recompone con dinero, sino con justicia.
Peña Nieto apenas estuvo unas horas en Morelia, y una vez que lanzó su mensaje regresó a la casa presidencial para atender otros asuntos. Quizá nadie le dijo que dos días antes, en un concierto popular, en un show musical, miles aclamaron las canciones dedicadas a resaltar la figura de Los Caballeros Templarios que ya son parte de la cultura y la historia moderna de Michoacán.
Y eso no se borra tan fácil, aunque traten de recomponer la entidad con miles de millones de pesos.
Twitter: @GilOlmos