CENA DE NEGROS
Marco A. Vázquez
Las crónicas, videos, y fotografías que se suben al internet y los medios de comunicación desde Michoacán para el mundo hacen pensar que estamos en un país violento, lleno de inseguridad, como Irak hace algunos años, en guerra pues.
Tanques que recorren las calles, helicópteros que vigilan desde el aire, miles de soldados y marinos que resguardan la seguridad de una persona de nombre Fausto Vallejo que está disfrazada de gobernador, o que simula ser un comandante en jefe, pero que en los hechos no tiene más poder que un delincuente.
Se ve triste nuestro país, dominado por el lado oscuro, con miedo, y con un gobierno federal que no termina de tragarse la idea de que tiene un año en el poder y la estrategia está fallando o va demasiado lenta.
Mal augurio ver tantos y tantos elementos de seguridad en las calles, la ciudad perfecta no es la que más policías por habitante tiene sino la que mejores oportunidades da a su pueblo de tal forma que nadie tenga necesidad alguna de delinquir.
Vamos, por el rumbo de más policías, más balas, y más artillería se llegará a más delincuentes, más muertos, y más violencia.
México lindo y querido se desangra y poco o nada puede hacer su pueblo cuando hay incapacidad de su gobierno por resolver de la mejor manera los problemas que nos aquejan.
Ahora, nada de lo que hoy ocurre se hizo de la noche a la mañana, fueron años y años de corrupción, de impunidad, de trampas que fueron pariendo pobreza, marginación, y colándose hasta la médula en cada una de las familias, en cada una de sus células que ya ven hasta con buenos ojos la prosperidad, “haiga sido como haiga sido”, de alguno de sus miembros.
México necesita regresar a la paz, requiere de mejores gobiernos, de mejores políticos, por ello es necesario entrar nuevamente a revisar las leyes, a ir por el camino de la reforma educativa pero pasando por una amplia reforma política que implique exámenes de control y confianza de cada uno de los aspirantes a un puesto de elección popular del tamaño que sea, desde el regidor en un ayuntamiento hasta el presidente de la República.
Por supuesto, bien vale la pena poner más candados en la elección de funcionarios públicos, obligarlos a exhibir sus fortunas, sus tendencias psicológicas, su decencia.
Esas son las reformas que valen la pena, ya después de ello cualquier cosa que se hiciera por la nación quedaría como una necesidad o el camino idóneo para la prosperidad, por qué, pues porque habría gente decente en los puestos de poder, habría visionarios, estadistas, y se tendría la certeza de que buscan el bien común o de las mayorías sin descuidar a las minorías.
Y no, México no es lo que dibuja en Michoacán el gobierno y la delincuencia, unos por tratar de hacerle creer a la gente que tiene capacidad de respuesta y otros para infundir miedo, México solo ha estado en manos de personas que no las merecíamos, y por lo tanto, habría que ir eliminando su huella.
Cierto, suena a un proceso muy largo, suena a reinventar los cuerpos de seguridad, a reinventar a los políticos, a buscar los verdaderos liderazgos, también suena a que la maldad no será exterminada, pero si se puede, quizá tardemos unos 10 años, unos 15, pero sería para siempre, y para garantizar que toda nuestra sociedad viajaría en conjunto a una vida digna, en paz, y con la certeza de que sus hijos podrán ser mejores.
Hoy Michoacán parece Irak y existe la certeza que no será con violencia como habrá de resolver sus problemas, la solución es mucha inversión dirigida a sus niños, a sus hijos que están en escuelas, que van a ser los profesionistas y los políticos del futuro, hay que sembrar de nuevo, y hay que tratar de que sea en buena tierra y con mejor semilla, y esperar a que haya una mejor cosecha.
Igual proceso debe seguirse en todo el país, en todo México, con la esperanza siempre de que haya un mejor futuro.
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