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REELECCIÓN LEGISLATIVA.

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Cuestión Pública

Por: luis lauro carrillo Soto

Tamaulipas México.- Las reglas políticas y los incentivos que se asocian a un buen diseño institucional contribuyen a la estabilidad democrática, y por consecuencia a la transformación, de un sistema político.

Viene a cuento lo anterior por la iniciativa de reforma política presentada en el Senado por el PAN y el PRD, relativa a la reelección legislativa, donde Senadores y representantes del Gobierno federal alcanzaron un primer acuerdo para impulsar una reforma que permita la reelección de diputados, senadores, y presidentes municipales.

Al efecto la propuesta contempla la reelección legislativa de un periodo más para senadores y hasta dos periodos más para diputados, es decir senador hasta por 12 años y diputado hasta por 9 años y los presidentes municipales una reelección para un trienio más.

En vista de ello, la reelección es un tema que en la vida política mexicana ha generado controversia, más allá de que resulta indisociable de las causas directas del movimiento revolucionario de 1910, es decir del principio maderista del “Sufragio efectivo No reelección”.

En los hechos la prohibición expresa de la reelección inmediata o consecutiva de los legisladores no ha limitado en la práctica la capacidad del Poder Legislativo para servir de contrapeso al poder ejecutivo, e influir en la decisión y orientación política de nuestro país y hacer realidad la división de poderes.

Empero cabe preguntar ¿Conviene o no la reelección de legisladores planteada por panistas y perredistas en su proyecto de Reforma Política Electoral?

Al respecto muchos argumentos se han esgrimido a favor de la reelección; los de mayor peso son los que aducen: Que se tendrían representantes populares profesionales, especializados. Se crearía una verdadera carrera parlamentaria. El legislador se acercaría más con el electorado, al depender de éste la reelección de aquél, se obligaría al diputado y al Senador a no descuidar su distrito o estado.

Mi respuesta a la pregunta es que no conviene la reelección legislativa, porque permitiría el enquistamiento nocivo de las burocracias partidistas para perpetuarse en la Cámara de Diputados y de Senadores por la vía de la representación política.

Porque además llevaría a tentaciones de abuso de poder político y económico que frecuentemente resultan irresistibles para muchos políticos e impediría la movilidad política y la renovación de la élite y como consecuencia debilitaría inherentemente a la clase política tan ahora desprestigiada.

Porque el empeño de permanecer a toda costa en una posición de poder político; con la posibilidad de que promueva tendencias oligárquicas de los partidos políticos, en la formación de alianzas y vínculos “clientelares” entre representantes políticos y grupos de interés.

He aquí que en términos demográficos cuando había menos población, las personas con nivel educativo y de información suficiente para participar en los asuntos públicos, eran mucho menor en número de los que hoy existen, de ahí que surgieron las ideas de la reelección de personas con preparación, pero en la actualidad ya no es así.

En ese tenor el argumento de la profesionalización de los legisladores, que ahora se esgrime es insostenible, pues en esta era de la información y el acceso a la comunicación cibernética, en sitios oficiales de dependencias de la administración pública tienen toda la información en detalle accesible en la Internet, por lo que ya no se justifica.

Por tanto un legislador no necesita tanta información detallada técnica, esa la obtiene a través de asesores profesionales, parlamentarios y de los informes de las propuestas de las dependencias de la Administración Pública.

De tal suerte que no es necesario repetir en el cargo, ser reelecto inmediatamente, para que tenga la preparación y la experiencia necesaria, para una formación profesional que permita ser un mejor legislador extremadamente eficaz.

En realidad la formación que necesitan los legisladores es pluridisciplinaria, es de acceso a información precisamente. No es necesario repetir en el cargo, ser reelecto inmediatamente, para que tenga la preparación y la experiencia necesaria, para una formación profesional que permita ser un mejor legislador extremadamente eficiente.

Huelga decir que la legislación en materia hacendaria, presupuestal, fiscal, ambiental, energética electoral e incluso la legislativa, tienen una complejidad técnica tal, que en una carrera parlamentaria de nueve o doce años, es imposible que un legislador adquiera la experiencia y conocimiento técnico indispensable para legislar en esas materias.

Conviene señalar a los partidarios de la reelección legislativa, que pasan por alto el hecho de que el congreso mexicano no es un parlamento, ni tampoco es un Congreso de representantes. Sino un Congreso de diputados que conforme la constitución estos legisladores no representa a los ciudadanos de sus distritos, sino a la nación, es decir a la totalidad de la población mexicana y una vez electos se rompe el vínculo con los electores.

Para ilustrar lo anterior pongamos un ejemplo de política comparada, en Estados Unidos tienen un Congreso, pero ese Congreso es un Congreso de representantes, los integrantes del Congreso no son diputados en el sentido estricto, que representen a la nación estadounidense, incluso no hay una traducción en el sentido de representantes con los diputados, sino son personas que representan a los ciudadanos de sus respectivos distritos.

Por otra parte la reelección inmediata en México no es impedimento para desarrollar la carrera legislativa o parlamentaria por la vía de la reelección alternativa, al columpiarse o postularse como legislador de una cámara a otra y viceversa.

De igual modo es probable que los partidarios de la reelección legislativa no sepan que hay “constructores de la ley” que hayan llegado la Cámara de Diputados hasta tres veces, y no se les puede reputar que hayan conseguido lo que la iniciativa juzga como un logro conveniente: «elevar la profesionalización y la especialización.

Dicho de otra manera de aprobarse la reforma, más que hablar de una profesionalización de la carrera legislativa, lo correcto sería hablar de la profesionalización del acaparamiento o enquistamiento del poder, que en todo caso es nocivo para un país como México.

Por otro lado en las cámaras, los dirigentes de las bancadas son los que controlan a los legisladores; como éstos saben que su próximo puesto político depende del partido, no de los ciudadanos que representan, pues se disciplinan a los intereses partidistas.

Así pues, más que hablar de una profesionalización de la carrera legislativa, lo más correcto es hablar de la profesionalización del acaparamiento o enquistamiento del poder, que en todo caso es nocivo para un país como México.

Por consiguiente la pretendida reelección legislativa es un sofisma, un silogismo con premisas falsas, ya que no garantiza más eficacia, más apertura, más y mejor democracia o que beneficie en algo a la población.

Es así que en la sociedad mexicana existen ya miles de individuos con la capacidad, la preparación y las ideas para integrar un cuerpo legislativo eficaz, por lo que no es necesario reelegir a personas que no aportan sangre nueva, ni ideas creativas para renovar las élites, ni para solucionar legislativamente los problemas nacionales.

Porque cuando no se da la renovación de las élites en un Poder Legislativo, lo que tiende a suceder, es que la naturaleza humana obliga y lleva a las personas al enquistamiento en el poder y freno a la movilidad política. Evitemos que los legisladores se reelijan consecutivamente o de forma inmediata.

Incuestionablemente lo que un legislador en realidad necesita es visión y un pensamiento creativo de por dónde deben de ir las soluciones coyunturales, de mediano y largo plazo para el país, y para eso no es necesario tal experiencia, por lo que se gana es una renovación de las élites. De ahí la necesidad de diputados y senadores noveles, con ideas actualizadas de lo que necesita este país para progresar, no para estancarse en el pasado.

En suma, la reforma energética a cambio de aprobar la reforma político-electoral es el acuerdo preliminar entre e PAN y el PRI, la reforma política no debería ser moneda de cambio para cumplir los objetivos del consenso de Washington, ni tampoco para sanar las heridas de la última elección, sino para resolver los problemas de fondo de la democracia.

En definitiva lo que realmente se requiere es una reforma a la administración interna del Congreso de la Unión, que establezca un sistema de apoyo parlamentario profesional, con asesorías especializadas, para agilizar, profundizar y actualizar la legislación con mucho más contacto con la realidad social, económica y política, más que una reelección inmediata.
lucarrso@hotmail.com

Twitter: @luiscarrs

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