El nuevo Presidente del PRI; Unidad o derrota anunciada.
Por: Mauricio Fernández Díaz
Una vez más el Revolucionario dio muestra clara de su institucionalidad (entendiendo esto como obediencia sin cortapisas a los designios cupulares) al elegir en Sesión Extraordinaria del Consejo Político Estatal el muy “democrático” método de Asamblea de Consejeros mediante el cual será designado el nuevo Presidente del PRI en Tamaulipas.
Así, todos alineaditos y en la misma sintonía, los Consejeros solo esperarán a que les “sugieran” sin tener la fatigosa responsabilidad de pensar y decidir por sí mismos, quien es el más adecuado para ocupar la presidencia del PRI en el estado.
Ciertamente, el panorama que tienen los priistas rumbo a las elecciones intermedias para elegir diputados federales no es precisamente el mejor y como que no se presta mucho para andar haciendo experimentos democráticos a los que no están acostumbrados.
Ahora, la cúpula priista deberá salvar la disyuntiva de elegir de entre una larga lista de aspirantes al que mejor encaje en el perfil requerido por las actuales circunstancias políticas para conducir al PRI a una lucha que se vislumbra desde ahora extremadamente difícil, dada la polarización electoral que priva en el estado ante una izquierda alineada con el poder y una derecha que palpa como real y posible el poder arrebatarle la gubernatura al PRI si logra vencerlo en estos comicios federales.
Dividir el voto, fragmentarlo entre varios partidos se antoja hoy sumamente difícil, dado el descrédito en que han caído el PRD, el PT y no se diga del Verde Ecologista o el PANAL, en tanto que el Movimiento Ciudadano posee solo individualidades en ciertos municipios que no le alcanzan para apostar a ser una tercera opción electoral fuerte.
El haber cooptado a todos los partidos fue uno de los peores errores cometidos por los estrategas priistas en su afán por llevarse el “carro completo” en las elecciones pasadas ya que dejó sin opciones al electorado quien ahora solo puede voltear hacia el PAN si en realidad quiere ejercer un voto útil o “castigar” la forma en que ha gobernado el PRI en estos últimos años.
No se ve en estos momentos, como puedan revertir las tendencias electorales en Nuevo Laredo y Matamoros, mientras que en Tampico la moneda está en el aire tras un triunfo sacado con las uñas por el Revolucionario Institucional.
El ánimo entre la población, después de todo el escándalo desatado por la aprobación de la homologación del IVA en la frontera, así como los duros ataques a las Reformas Energéticas y Educativa han permeado a la población predisponiéndola en contra del principal impulsor de estas reformas, el PRI.
Así, con estas (y otras como la crisis económica y de inseguridad que enfrenta nuestro estado) pesadas lozas llega el tricolor a las elecciones federales en las que no puede rendir malas cuentas al Ejecutivo Estatal quien necesita desesperadamente tener el control total de la Cámara de Diputados para poder aterrizar los proyectos económicos y políticos del grupo gobernante.
Aunado a lo anterior, el riesgo que corren los grupos de poder en Tamaulipas de perder el control político es real, y de concretarse lastimaría los numerosos intereses económicos que Cavazos Lerma, Tomas Yarrington, Eugenio Hernández y en menor medida el naciente grupo del Gobernador Egidio Torre mantienen en el Estado.
Esto sin duda es un argumento de suficiente peso como para que los grupos de poder priístas hagan a un lado diferencias y rencores para, de manera coyuntural si se quiere, unirse en un frente común que le permita enfrentar con éxito el reto de sacar sin escándalos post electorales los triunfos de sus candidatos a diputados federales.
Visto así, la decisión de elegir al nuevo presidente del PRI Estatal toma su verdadera dimensión. No puede ser impuesto por un solo grupo, ya que el costo de una ruptura entre los principales actores políticos sería demasiado alto y no creemos que los pongan en peligro por el solo hecho de no poder ponerse de acuerdo.
Así, la designación deberá recaer en aquel o aquella que pueda aglutinar el consenso de los grupos políticos y garantice tener la experiencia suficiente como para poder confiar en que sacará los triunfos de la mayoría de los candidatos priístas. Pedirle “carro completo” sería una necedad, dadas las circunstancias en que se desarrollaran los comicios; cinco de ocho sería una excelente cosecha para el tricolor.
Pensar en una imposición venida desde el centro del poder, sería apostarle a una derrota anunciada, con los costos ya enumerados.
Toño Martínez, Oscar Almaraz, Tino Sáenz y Homero de la Garza son los que hasta el momento encabezan la lista de prospectos; cualquiera de ellos podría dar buenos resultados dados sus antecedentes y la experiencia política que poseen, sin descartar el hecho de que otro de los prospectos pudiera pasar el filtro y obtener el visto bueno de los ex gobernadores y del actual mandatario.
Algo si es seguro; al PRI le va a salir muy caro ganar en esta elección; deberá erogar una cuantiosa suma en promocionar, convencer, organizar y movilizar a la ciudadanía y simpatizantes perdidos para que salgan a votar de nueva cuenta por el PRI. Pero ellos saben que es una inversión necesaria, recuperable y con altos rendimientos.