Estado

Pablo González, los amigos impertinentes

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ESCENARIO POLÍTICO
Por Marco Antonio Torres De León

Va un pensamiento:

Hay un momento en nuestra vida donde no tenemos otra opción, despojarnos del viejo plumaje que nos acompañó largos años de la vida, para revestirnos del nuevo.

Es importante hacerlo, aunque durante el desplume surjan exclamaciones y gritos de dolor.

Ahora va una pregunta:

¿Qué se necesita para pasar de ser un bígamo a un polígamo consumado?

Solo una condición: ser bueno para las matemáticas…y saber contarlas bien….

El alcalde HUMBERTO FLORES DEWEY casi se va. Ya le quedan menos días de presidente municipal.

Pero eso no le arrebata su buen humor ni su optimismo, sello característico de su personalidad.

Ser un caballero, afable, educado también son tres signos más de su forma de ser.

Se le vio así, centrado, ecuánime hace noches cuando ofreció una cena a los reporteros de prensa del Mante, siempre bien asesorado por su director de Comunicación Social, Santiago Hernández.

Humberto Flores Dewey está cerrando fuerte la pinza, como dicen en el argot futbolero; y fiel a su costumbre el odontólogo finiquita minuto a minuto, momento a momento, hora tras hora sus compromisos más prioritarios.

Siempre se dijo servidor de los mantenses. Así parece que actuó, como servicial empleado del pueblo.

Dio trato digno y respetuoso desde el primer día a la prensa provinciana mantense, a la prensa local, a la prensa luchadora y aguerrida que sale diariamente a ganar la mejor noticia, pese al grave peligro que significa vivir en medio de un volcán a punto de eructar ardiente lava.

Humberto Flores Dewey siempre contó con la honestidad a toda prueba de Santiago Hernández, su brazo derecho en prensa. Obviamente el maestro de sus colaboradores es Humberto, padre moral de muchos hijos, entre otros de Carlos Sánchez Vega, actual presidente del PRI local, quien llevó al triunfo electoral a dos priistas consecutivamente, a Rosalba de la Cruz Requena y a Pablo González León.

Naturalmente Humberto Flores Dewey fungió como operador político máximo del PRI y como líder durante los dos procesos electorales. A él fue encomendada la difícil tarea de hacer ganar a la fórmula del PRI. Humberto fue el orquestador de las victorias en Mante y en sus distritos electorales.

El doctor Humberto Flores Dewey ya lo dijo claro el día que ofreció la cena a la prensa: ‘No me voy de aquí, aquí está mi familia, mis raíces, mis orígenes; aquí tengo todo, aquí está mi consultorio que es parte de mi vida’.

Dijo ser un soldado del PRI, y que si hasta hoy es leal a su partido político PRI, seguirá siéndolo una vez que deje el cargo de alcalde por el que luchó durante más de 14 años, desde los años aquéllos cuando siendo Jefe de Deportes con PEPE MANRIQUE VILLARREAL, y siendo un joven impetuoso, barbado, rozagante e imponente, luchaba por cumplir un sueño: hacer bien las cosas.

Ahora Humberto Flores Dewey le deja a PABLO GONZÁLEZ LEÓN, también elevado de estatura y carismático igual que su antecesor, una dura tarea por cumplir: superar su labor.

Más como esto no es competencia, ni se trata de saber quién es mejor, por su parte Pablo González prepara los caminos de su asunción, a la vuelta de la esquina.

Pablo no ha dicho nada. No ha dado a conocer nombres de sus probables colaboradores, ni apellidos, ni visos ni señales de nada.

Se reserva cada dato relacionado con su cuadro cercano, para cuando tenga qué hacerlo, para cuando por orden, protocolo u obligación, deba revelarlo.

Cierto, Pablo no contará con un Cabildo del Ayuntamiento (del cuál es parte) ad hoc, pero sí goza de un listado de Regidores todos mantenses, cuya corriente variaría por escasos grados. En otras palabras, no habrá nadie en el Cabildo que no se conozca, al menos de oídas.

Como dijo el proverbista: nada nuevo hay bajo el sol.

Con la salvedad de que amén de sus 12 regidores del PRI que lo acompañarán, esta vez habrá un panista menos (solamente entrarán al Cabildo 3 regidores del PAN) que el del actual gobierno. Habrá además dos regidores del PRD y uno del Partido del Trabajo.

El gran perdedor del 2013 es el PAN, quien descendió abruptamente en simpatía pues de aquéllos 16 mil 500 votos alcanzados con ANUAR JOBI como candidato hace 3 años, hoy obtuvo solamente la pírrica suma de 9 mil 400.

Ayer Pablo González León platicó confiadamente con este reportero. Y en una breve charla informal sostenida y celebrada en su Cafetería Pablo recordó su niñez, además de los años aquéllos cuando siendo un mozo solía acompañar a su padre don Jesús González Montemayor y ayudarlo en sus negocios.

Tanto en la ciudad, en la casa familiar como allá en el rancho, muy cerquita de El Abra.

‘Yo estaba chico, era un niño cuando llegábamos a la Cafetería de mi papá (frente a Ómnibus de Oriente) por las tardes; y sin dudarlo, me ponía a lavar los platos. Había qué fregarse para ganarnos el pan diario. No había de otra.

‘Nunca dudé en ayudarlo en su negocio. Era mi obligación como hijo. Fue una época muy bonita, donde me enseñé a trabajar. El trabajo mío era hacer de todo, desde aprender a hacer quesos, hacer mandados, hasta llevar los desperdicios (la comida que sobraba en el restaurante) a los animales que había en el rancho.

Recuerda sonriente un suceso que pudo ser trágico, pero que por fortuna no paso de mero susto.

‘Fue una vez que me caí de la camioneta en que íbamos al rancho. Iba rápido la camioneta donde viajábamos y de pronto, de repente me caí al suelo por el camino de terracería. El golpe fue muy fuerte, tanto así que perdí el conocimiento. Fue tan peligroso que no supe de mí hasta que me desperté en el hospital.

Pablo evoca aquéllos tiempos, con una sonrisa. Dice: ‘Al principio no me gustaba lavar los platos; era duro, cansado. Pero luego me gustó, no porque fuera muy bueno lavar platos sino porque era parte del trabajo que me encomendaba mi papá. Eran órdenes y había qué enseñarse a trabajar’.

Sin poder evitar una sonrisa triste, recuerda la preciosa memoria de su hermano el mayor, quien falleció siendo un jovencito, y Pablo apenas un niño.

Motivo por el cual él se vio obligado a asumir el liderazgo como el hermano mayor de la familia. Desde entonces Pablo asumió que en la vida, había qué luchar arduamente para lograr triunfar.

Pablo González admite –a escasamente un mes que empiece su tarea como alcalde del Mante- que detesta andar acompañado. Prefiere andar solo, manejar su camioneta solo, caminar solitario por calles de la ciudad. Prefiere eso que andar en medio del bullicio o de la estridencia de voces de gente impertinente.

Aunque nosotros en el periodismo llamamos a muchos que rodean a Pablo González (no a todos) sus inoportunos amigos, inconvenientes, desacertados, sus amigos de ocasión.

A la vez Pablo González admite que el protocolo podría hacerle cambiar de costumbres en breve, pues en los últimos años esos protocolos de seguridad en el país han cambiado todo, usos, esquemas sociales y costumbres, máxime en municipios del norte del país.

Pablo González se despide de este reportero y de Jaime Pérez Uscanga, otro periodista que nos acompañó en la charla, una charla inesperada de no más de 20 minutos de duración.

Pablo se despide de ambos. Le toca ir a una misa en honor a una amistad recién fallecida, la familia Lamadrid. Como siempre se marcha, pulcro, sobrio, formal.

Hasta hoy sigue siendo el mismo Pablo que todos conocen.

Seguramente así seguirá. Vamos a esperar.

Pablo González León disfruta hoy sus últimos días de ‘ciudadano normal’, de ‘ciudadano libre’.

Muy pronto será alcalde en funciones. Muy pronto le tocará la hora de gobernar este pueblo, como hace casi 3 años hizo su amigo Humberto Flores Dewey.

Humberto, el amigo, el doctor culto, modesto y afable, es el mantense que se va; y Pablo el mantense, el ranchero, el Ingeniero, el risueño, es el que se queda.

Son como dice la canción, el que se va y el que se queda.

Así es la vida, así es la carrera, así es el formato republicano…es de ciclos.

Bien, por ahora es todo, nos leeremos en breve.

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