UN CRIMEN DE ESTADO
A raíz del asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio siempre aseguramos se había tratado de un crimen de estado y aún seguimos creyéndolo así, pues para que un crimen de esta naturaleza se ejecute debe contar primero y antes de cometerse con Impunidad Oficial, y esto es lo que sucedió no solo con el autor material del mismo sino también con el autor intelectual, cuyo nombre de este último, según las crónicas de ese entonces decía era José María Córdova Montoya, aunque también se mencionó que Chema había recibido órdenes de aquel que les platiqué.
Pues bien traigo a colación lo anterior porque ayer leímos una interesante información dada a conocer en el EXPRESO de Ciudad Victoria donde la columnista Martha Anaya habla de un libro escrito por el periodista J. Jesús Lemus al que tituló Los Malditos.
El contenido es el relato del confinamiento que sufrió del 2008 al 2011 en el penal de Puente Grande, Jalisco, y donde conoció a Mario Aburto, supuestamente responsable de la muerte de Luis Donaldo Colosio y al nativo del municipio de San Carlos, Tamaulipas, Daniel Aguilar Treviño, involucrado en el crimen de Francisco Ruiz Massieus.
Según la crónica a la que hacemos referencia transcribe el relato que le hiciera un preso de nombre Noé Hernández cuando en la navidad del dos mil cinco ó dos mil seis los presos se alborotaron y estuvieron a punto del motín, siendo entonces cuando de imprevisto se dejó escuchar la voz de Mario Aburto gritándoles que se callaran y a cambio les contaría como fue que asesinó al Licenciado Luis Donaldo Colosio.
“Cuando Colosio concluyó su discurso e iba a retirarse, platica Aburto, entre los empujones de la gente, sentía como me iba calando el arma y en medio de todo ese jaloneo advertí que casi se me caía la pistola por lo que la agarre para meterla en la bolsa derecha del pantalón pero a causa de los apretones no pude hacerlo y se me cayó”.
“Ya estando muy cerca del Licenciado Colosio estuve a punto de caerme, me tropecé levemente pero alcancé a mantenerme en pié. En ese momento sentí un golpe en la pantorrilla que me tiró y por eso alcé la mano derecha, como para tratar de apoyarme en alguien, sin acordarme que traía la pistola en la mano y fue ahí cuando se me activó el arma debido a la contracción de los músculos y de los nervios”. Hasta aquí el relato central de Mario Aburto.
Lo curioso de todo esto es que se le acusó del crimen por un casquillo de bala que fuera recogido en el lugar donde cayó el candidato presidencial pero resulta que la pistola que traía Aburto, supuestamente para venderla, era de cilindro y quien conozca de armas sabe bien que el casquillo de esta clase de pistola se queda dentro, por lo tanto para poder demostrar la inocencia o culpabilidad del presunto asesino sería necesario aparecieran el arma y el casquillo, pero después de casi veinte años es muy posible hayan desaparecido estas evidencias del expediente para poner otras en su lugar, pues no hay que olvidar que la muerte de Colosio fue un crimen de estado y no una casualidad, aparte que también las crónicas periodísticas e informes periciales de la época señalan que hubo otra pistola que fue disparada y en tal virtud existe otro sospechoso, pero porque nunca lo presentaron?.
Desde luego que todo lo anterior trae a nuestro recuerdo las modestas indagaciones que sobre el caso Colosio realizamos en su oportunidad y en varias ocasiones escribimos que el candidato presidencial al visitar Tamaulipas, en recorrido Tampico, González, Mante, Ocampo, Tula, Jaumave y Victoria, sus asesinos habían programado acabar con él en el poblado Adolfo López Mateos, antes llamado Chamal Nuevo, posteriormente en el trayecto a Jaumave pero tampoco lo hicieron porque el terreno y las circunstancias no eran las indicadas, por lo que tuvieron que esperar a reunirse un mes antes del crimen en Monterrey para replantear el asesinato de Colosio en Lomas Taurinas, según testimonio de un joven llerense ya desaparecido sospechosamente en la Sultana del Norte que casualmente se enteró de la plática entre políticos de altos vuelos cuando hablaron del tema sin sospechar que dentro de la habitación todavía se encontraba uno de los dos recamareros que habían llevado un servicio solicitado por ellos. En fin, son muchos años los que han transcurrido que resulta difícil por no decir imposible algún día se aclare la muerte de Colosio, aparte que todo esto ya pertenece a la historia y dejó de ser noticia. HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.