El Amor mueve montañas
Polvorín
El amor mueve montañas
José Ángel Solorio Martínez
Si hay que buscar a alguien el la estructura gubernamental de resultados adversos en la elección del domingo, ahí esta uno: el Secretario de Salud, Norberto Treviño Zapata García. Desde su arribo a Ciudad Victoria, lo hizo con una elegancia sin par: se movía como chilango, actuaba como bordado a mano y trabajaba como si hiciera un gran favor a los tamaulipecos.
Su desinterés por los asuntos sociales y de gobierno, llevó a la Secretaría a su cargo a situaciones verdaderamente ridículas: prohibió las minifaldas al personal femenino de la dependencia; acabó con las compensaciones del personal de confianza; amplió la red de aviadores para beneficiar a sus íntimos y se dedicó a la dulce vida en compañía de su exquisito y delicado secretario de prensa, Raúl Ramírez.
Fueron por lo que se veía y se decía, la pareja perfecta.
Juventud y experiencia.
En tanto, la Secretaría se hundió en la ineficiencia y el desdén.
Las camas de los hospitales disminuyeron.
Las medicinas escasearon.
El personal médico se achicó.
Los comités médicos a la deriva, se fueron a militar en el PAN mientras florecía aquella envidiable amistad.
Tienen razón el filósofo: el amor jala más que una locomotora…