Un atentado de comedia, los vividores y los trabajadores en Altamira
Por: Vicente Hernández
“Llevarte de blanco al altar yo quiero, chatita de mi corazón, solo espero que sea de noche, pa´ llevarte en camisón” «El tal Vicente»
Según los últimos reportes de nuestro corresponsal Elvis Tek, en la fronteriza ciudad de Reynosa Tampas, existe una gran congestión e indigestión entre la ciudadanía, por el fallido y artero atentado que el pasado lunes sufrió el señor Carlos Peña Garza, padre del querido y popular alcalde de este municipio Carlitos Peña Ortiz, atentado del que afortunadamente salió ileso, gracias a que su camioneta es de los de triple blindaje, que según trascendió, el precavido señor Peña recién la adquirió en el tianguis, o mercado de pulgas que se pone los domingos por el rumbo de la estación, y a precio de ganga.
De acuerdo a los datos que proporciono la sargento de policía Elba Lazo, el señor salvo la vida ya que según varios testigos presenciales, al iniciar la balacera, rápidamente bajo del carro y se metió a la cajuela de su auto, a donde los sicarios no apuntaron sus armas pensando (suponen) que ahí solo estaba el gato, minutos después llegaron elementos de la Fiscalía General de Justicia, y tras un sesudo reconocimiento del perímetro, y analizar las huellas de llantas que dejaron los facinerosos, en cinco minutos llegaron a la conclusion que se había tratado de un intento de secuestro, para obligarlo a que repartiera despensas entre las familias de los miembros del club de malosos, ya que el señor Carlos Peña Garza es presidente del sistema DIF Reynosa, aunque voces del más allá (del Canal Anzaldúas) aseguran que tan solo fue un simulacro de secuestro, porque el director se quiere quedar con las despensas, sembrando la duda y abriendo la interrogante: ¿Y usted, de cuáles fuma?.
Mientras el alcalde de Altamira Armando Martínez Manríquez, trabaja en acciones para favorecer a la clase mas necesitada, apoyando con recursos a deportistas, tocando puertas en dependencias estatales y federales para bajar recursos, y programas que beneficien a la comunidad altamirense, otros desleales empleados municipales están haciendo todo lo contrario, tal es el caso de el cobrador de pisos Carlos de Leija, de quien algunos vendedores que trabajan cerca, y dentro del Geoparque del fraccionamiento Laguna Florida, se quejan de prepotencia y abusos en los cobros por vender raspas o elotes de manera ambulante, ya que cuando regularmente les están cobrando 40 pesos.
Este mencionado cobrador les pide 150 pesos para dejarlos entrar al parque, y lo peor del caso es que no les extiende recibo de la tesorería embolsándose quizás el dinero que debería entregar a la oficina de ingresos, además les cobra de día y hasta las 10 o 11 de la noche los persigue para que le den los 150 pesos. Y mientras tanto el coordinador de mercados José González, en lugar de trabajar se la pasa hostigando a las empleadas de esta dependencia, y llevando a sus “novias” a lujosos y caros restaurantes y obsequiándoles ostentosos regalos, que según platican rebasa en mucho lo que el gana quincenalmente, y aparte se luce diciendo a quien quiera escucharlo “No tomo ni fumo, mi único vicio son las mujeres” y a este respecto repito una frase del ingenio popular mexicano que dice: “Sacristán que vende cera, y no tiene cerería, ¿de dónde la sacaría?”
Pero no todos son flojos y enamorados como Pepito González, ya que hace días me encontré en una colonia popular, con el director de ecología Rubén Hervert Zarate, quien atendiendo una llamada de una persona denunciando que su vecino estaba talando unos árboles, se presentó con esta persona invitándolo a que cesara su acción, ya que toda tala de árboles debe ser notificada a la Dirección de Ecología, presentando por escrito sus razones para derribar un árbol, aun estando dentro de su propiedad, y después de que un inspector de esa Dirección efectué una visita para verificar lo que la persona expone en sus razonamientos, se le dará o se le negara el permiso para la tala. -Eso sí que es trabajar