Opinión con sentidoPolítica

Las próximas elecciones de 2024 oscilan entre él miedo y el abstencionismo

Por: Vicente Hernández

«Los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan».
«George Jean Nathan»

Por estar atravesando tiempos de extrema violencia, la ciudadanía en general casi nos olvidamos de la política, y de los políticos, pero debemos reflexionar que en cada período electoral, un número considerable de mexicanos nos enfrentamos a una disyuntiva: votar o no votar, y esta indecisión tiene mucho que ver, no, con las preferencias partidistas, sino más bien con la falta de credibilidad de lo que prometen los candidatos, nos prometen acabar con la corrupción, con la inseguridad, con la impunidad, con los malos gobernantes, con la educación deficiente, con los malos tratos en el sector salud, con el narcotráfico, con el nepotismo y con algunas otras malas prácticas que se han enquistado en el sistema de los tres niveles de gobierno.

Además de todo lo anterior, de acuerdo a un estudio sobre el abstencionismo, las razones que los mexicanos arguyen para no ir a votar son: el descontento con los partidos políticos, la desconfianza del proceso electoral, porque no les importa la votación, porque (dicen) no sirve de nada votar, por la inseguridad y por el mal gobierno.

Puede que estas razones sean válidas, o no, pero lo que si queda muy claro, es que las elecciones del 2 de junio del 2024 serán las más importantes desde las realizadas en 1910, en las que fuera reelecto Porfirio Díaz, provocando el inicio de la Revolución Mexicana, la cual culmino con el triunfo de Francisco I. Madero como el primer presidente de México elegido democráticamente, convirtiéndose su eslogan de campaña; “Sufragio efectivo, no reelección” en su bandera que está plasmado en el Artículo 83 de la Constitución de 1917.

Pero los tiempos cambian, y ahora con la reforma Constitucional del 10 de febrero del 2014, se permite la reelección inmediata para los cargos legislativos federales, locales y municipales, hasta por un periodo más, y a partir de la aprobación del Congreso el 18 de marzo siguiente, las y los Legisladores Federales pueden permanecer en su curul hasta por dos periodos más, o sea 6 años vía reelección, y una vez aprobadas dicha reforma, prácticamente se ha asesinado a un lema hecho Ley, que ha formado parte de nuestra cultura política por más de cien años, dando pauta a que por esa grieta constitucional se cuelen diputados, presidentes municipales, síndicos y regidores, que aun siendo nulo su desempeño como servidores públicos (caso Carlos Peña Ortiz) tienen la oportunidad de buscar la reelección, con la ventaja de contar con el dinero de las arcas municipales, y legislativas, con la que compran simpatías y votos, generando esta práctica el repudio y el hartazgo, y por lo tanto el abstencionismo en las urnas electorales, pero lo más grave, es que esta reforma constitucional deja entreabierta la puerta para que tal vez, en poco tiempo sea propuesta y quizás aprobada, otra reforma constitucional por la mayoría de los legisladores, (en especial los de Morena) para que el mandato presidencial sea hasta por dos sexenios consecutivos, con lo que en un futuro convertiria prácticamente al gobierno Morenista, en lo que calificara el escritor Mario Vargas Llosa “La Dictadura Perfecta” y (en este caso) a Manuel López Obrador, o su sucesora si ganara Claudia, en otro dictador o dictadora de República bananera.

Aunque es justo decirlo, tal vez existan algunos presidentes municipales y diputados que merezcan ser reelectos, ya que estos si trabajaron con la mira de entregar mejores resultados, una vez culminado su período.

Estas próximas elecciones se votara por una candidata o candidato a la presidencia de la república, una jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, 9 gubernaturas, mil 802 ayuntamientos 14 mil 764 regidurías, mil 975 sindicaturas, 1,098 diputados locales y 500 diputados federales, 431 cargos auxiliares (concejales) en total serán 20 mil,708 cargos de elección popular en disputa, no en balde esta ha sido bautizada como «La madre de todas las elecciones» ya que de acuerdo al INE la lista nominal de electores actual es de 98 millones 909 mil 770 personas, ciudadanas y ciudadanos inscritos en el padrón electoral, que es la conversión más alta de la historia contemporánea, totalizando más 170 mil 003 casillas de votación que serán instaladas en cada una de las entidades federativas, para votar el domingo 2 de junio y se imprimirán 317 millones 094 mil 216 boletas electorales.

Por lógica; una elección de esta magnitud requiere de un gasto económico enorme, y la cifra exhibida por el INE fue de un total de 10 mil 444 millones 157 mil 311 pesos, para gastos de campaña de los partidos políticos: 3 mil 304 millones 893 mil 614 pesos, y el resto entre la organización de los comicios, y los gastos de las autoridades electorales, por lo cual nos hace recordar la frase: «Que caro le está costando la democracia a México».

Con todo y lo anterior, hay gente que no acudirá a votar, debido a sus creencias religiosas, su apatía por la política, su importamadrismo, por la violencia, y sobre todo por la falta de educación cívica, aunque hay un núcleo poblacional que puede influir en la elección presidencial, se trata de los 3 millones 950 mil 967 jóvenes de 18 y 19 años, que este 2 de junio votaran por primera vez, y lo subrayó significativamente, no solo por el número que representan, sino porque la mayoría no tiene una preferencia política específica, y esto puede inclinar la balanza a favor de un candidato.

El sociólogo Antonio Crespo dice: “La abstención en sí misma no es sana para la democracia; es una actitud de indiferencia, de alejamiento, un síntoma que los partidos tendrían que leer sin duda; es decir que se están alejando a los ciudadanos de la vida política por cosas que podríamos tratar de resolver”.

Así que el próximo 2 de junio del 2024, los que sobrevivamos a este incruento ataque de bombardeo de promoción electoral, tendremos que ir a votar por el candidato que mejor nos convenza, porque de no hacerlo, solo engrosaremos el porcentaje del abstencionismo, y eso no es bueno para el pueblo ni para la democracia en México.

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