Política

Con Urbanidad

Por: Vicente Hernández

“Fue odiada por los bien comidos: por pobre, por mujer y por insolente. Ella los desafiaba hablando y los ofendía viviendo”
‹Eduardo Galeano›

Con esta frese Galeano bien define el carácter de Eva Duarte de Perón, que con el pasar de los años se convirtió en “Evita” un símbolo y de ejemplo de sacrificio por los niños, las mujeres, y desvalidos, ejemplo no solo para los argentinos que la idolatraron, también para el mundo entero que la inmortalizo en obras de teatro, ensayos literarios, libros, películas y modelo para programas de asistencia social en México y otros países.

En México desde hace 61 años viene funcionando un instituto que ha sobrevivido a gobiernos tricolores, azules, y hoy día guinda, y que aun con el esquema de la Cuarta Transformación, ha pasado la prueba de fuego que otras instituciones no aprobaron, pero no todo en su larga historia es color de rosa, en esta como algunas otras dependencias de gobierno, la corrupción se ha hecho presente, pero afortunadamente ha logrado sobrevivir a pesar de las embestidas feroces que sobre sus finanzas han arremetido sus propias funcionarias en distintas épocas y Estados, he aquí una pequeña historia de la creación de esta benéfica institución.

Fue en 1961 siendo presidente de la Republica Adolfo López Mateos, que se decretó la creación del Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI). Pero su creación no fue por ocurrencia o fortuita, este instituto fue inspirado por la genuina preocupación de la esposa de López Mateos doña Eva Samano, quien a su vez se baso en un proyecto de asistencia social que llevaron a cabo por los años treintas, un grupo de maestras de la escuela Luis Murrieta, ubicado en el barrio de la Lagunilla en el entonces llamado Distrito Federal.

Los niños acudían a clases diariamente vestidos literalmente con harapos y huaraches, y con un vaso de pulque y tortillas duras en el estómago, de esto estaba compuesto su desayuno, conmovidos por esta situación, el grupo de maestros decidieron aportar una parte de su sueldo para comprar pan y leche, pero aun con sus buenos propósitos, solo les alcanzo para alimentar a ocho pequeños, una de las maestras integrante de este grupo fue Eva Samano Bishop, quien años más tarde se convertiría en la primera dama de México, y después en “La maestra de México”.

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