La Comuna
Los desafíos del PAN en Tamaulipas
José Ángel Solorio Martínez
¿A dónde va el PAN, de Tamaulipas, después del primero de octubre?
Vivirá, sin duda, uno de sus escenarios más difíciles y complicados. Luego de seis años de ser partido en el gobierno, regresará a ser oposición. Y como se sabe: en este país estar contra el poder y contra el partido en el poder, es nadar a contracorriente.
Sin el soporte del primer panista del estado – el Ejecutivo estatal–, deberán darse un líder con habilidades para abanderar una oposición inteligente y propositiva. Este elemento, deberá ser capaz de articular sensatamente, todos los girones de partido que heredará tras seis años de dulce vida: recursos más que los necesarios; administración de la mayoría en el Congreso y tener el control en sus manos de la mayor tajada de los 43 alcaldes.
El escenario que viene, pondrá a prueba a un partido que en seis años echó por la borda todo lo logrado en décadas de machacante lucha de un panismo – sobre todo el del sur– que sostuvo su postura decentemente, hasta que el neoliberalismo los hermanó y los degradó a tristes aliados de su enemigo histórico: el PRI.
La clase política que hoy dirige el PAN en el estado, es producto de sus prácticas. Diluyeron la ideología para dar paso al pragmatismo; saltar de un partido a otro, negociar en lo oscurito, recibir beneficios a favor de adhesiones coyunturales y demás.
Es decir: cosecharán lo que sembraron.
De otra forma: alcaldes y diputados azules, podrían no seguir en la línea del PAN, en función de su cosmovisión heredada por un panismo concertacesionista y sin principios.
Ese, será uno de los grandes desafíos del CDE del PAN al siguiente día del aterrizaje de la IV T en el estado.
¿Habrá división en el PAN?
No.
Por ningún lado se ven fisuras significativas. Seguirán coexistiendo el doctrinario panismo sureño, con el ortodoxamente pragmático panismo, fronterizo. Ambas posturas, permanecerán en su trinchera partidista, por una razón fundamental: el 2024.
Una y otra corriente, tienen los ojos puestos en las diputaciones federales, alcaldías y senadurías que se diputan el año electoral que viene.
¿Es necesario otro dirigente del PAN tamaulipeco?
(Se escucha que el Cachorro Cantú, pretende reelegirse).
Siendo objetivos, el Cachorro es un fusible fundido. El rol que está jugando de línea dura contra el gobernador electo, Américo Villarreal Anaya, – ha caído hasta en el absurdo de desconocerlo como gobernador electo– lo inhabilita para continuar en el cargo. Se puede reelegir, sí; a un gran costo: el electorado lo menos que desea, es ver a un partido oponerse por oponerse a las propuestas de gobierno.
Esa actitud, tozuda, irracional, cuesta muchos votos.
Y ningún partido, desea retroceder para enfrentar un 2024 de alta tensión.
Lo mejor que le puede ocurrir a los azules de la región, es dar vuelta a la página. Replantear sus estrategias; redirigir su política de alianzas –el PRI y PRD, les resultaron un fardo en la pasada elección– y adecuar sus tácticas de combate en el Congreso local.
Las tareas para convertirse en una oposición seria, congruente, pasan por elegir un nuevo líder, con prendas de admirar.
Si el PAN sigue con más de lo mismo, obvio: obtendrá los mismos resultados amargos y deplorables que hoy lo tienen a un paso de caer a un tercer lugar de preferencias ciudadanas en la comarca.
De seguir con su hegemonía el viejo panismo tamaulipeco, el PRI se sobará sus neoliberales manos mostrando socarronamente la risilla diabólica de su creador e ideólogo: Salinas de Gortari.