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Los sepultureros de Acción Nacional

Piden castigar a culpables de hundir al PAN Tamaulipas

Por:Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Con el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca en el ocaso, panistas tradicionales y militantes no solo esperan un cambio profundo en el Comité Directivo Estatal del PAN, que por ley debe renovarse en octubre de este año, sino juzgar también a los responsables tanto de las derrotas como del desprestigio en que termina el principal partido conservador, aquel que pintó de azul a Tamaulipas en 2016 y 2019, y que hoy representa, para muchos, solo mentira, corrupción y autoritarismo.

Todavía no se ha dicho todo acerca de los contratos y compras que dejará Cabeza de Vaca al gobernador entrante, ni las sumas que obligará a pagar a la siguiente administración, pero ya la gente ha hundido al panismo en los últimos lugares de aprobación estatal. Por eso los decanos del partido y sus figuras quieren llamar a cuentas a los líderes que arruinaron al instituto hasta este extremo.

Son personajes históricos del PAN en Reynosa y Tampico los que ven con preocupación el repudio social a sus siglas. No los citaremos aquí para no comprometer su tranquilidad, ya que el gobernador todavía puede reprimirlos con el aparato del Estado. Pero quienquiera que conozca un poco estas ciudades sabrá a quienes nos referimos. No nos sorprendería que, después de leer esto, el PAN organice un “encuentro de la unidad” o un circo de ese tipo, con toda la militancia reunida, para refutar los rumores. No importa; la división es real, y una foto arreglada no la compone.

De hecho, al interior del Comité Ejecutivo Nacional del PAN hay también poderosos disidentes al líder actual, Marko Cortés, a quien presionan para dar un viraje al partido y sacarlo de la crisis en que está postrado. Dos de ellos, pero no los únicos, son Gustavo Madero y Kiko Domínguez; se sabe que los inconformes tamaulipecos ya se escriben mensajes con los inconformes nacionales sobre estos temas y buscan hacer alianza contra el cabecismo y el anayismo, ya que Cortés es solo un juguete de Ricardo Anaya, candidato perdedor de 2018.

Y ya que hablamos del fallido candidato presidencial hay que señalar su fuerte parecido con Francisco García Cabeza de Vaca, no en sus habilidades sino en sus debilidades: a ambos los ciega la sed de venganza, e incurren por eso en una paradoja: los manuales políticos recomiendan acabar con el enemigo cuando se tiene más poder que este, no cuando se tiene menos. ¿Leerían al revés o se autoengañan? Anaya es un loco predicando en el desierto; se obsesiona en sus ataques contra AMLO, pero se olvida de conectar con la gente. Por otro lado, Cabeza de Vaca se empecina irracionalmente en sabotear a Américo Villarreal, sin importarle el papel de pésimo perdedor.

Estas son las actitudes que causan pena ajena a los militantes y a sus personajes influyentes, pero no son las más importantes. Lo que realmente buscan, sobre todo los tamaulipecos, es cobrarle la factura al responsable de las derrotas y de sumir al PAN en el desprecio de la gente.

En realidad, solo hay dos nombres al frente del fracaso panista en Tamaulipas, como es de conocimiento público: Ismael García Cabeza de Vaca y Luis Cantú, alias el Cachorro. El hermano del gobernador siempre fue el verdadero comandante de este ejército político, y con eso basta para entender el fiasco en que terminó todo. El Cachorro, en tanto, fue responsable de defender en el templete y en la prensa los logros del panismo tamaulipeco, y también falló. Sus discursos, fríos, sosos y aburridos, fueron rechazados como basura por los ciudadanos.

Quizás el error imperdonable de la dupla Ismael-Cachorro haya sido otorgarle poder y mando a los chilangos que encabezó Álvaro Niño Espinoza, cuya nefasta tarea consistió en amenazar, dividir e intrigar contra las figuras panistas y la auténtica militancia estatal. Tanto en Reynosa como en Altamira se formaron grupos para pedir la salida de ese oscuro operador, pero Ismael se aferró en retenerlo.

Y junto a ellos, también piden castigo para Mariela López, Álvaro Barrientos, Imelda Sanmiguel y María Elena Figueroa, secretarios del Comité Directivo Estatal que preside Luis Cantú. ¿Su falta? La omisión, vegetar en el partido, actuar como figuras decorativas. Talleres organizados a la fuerza, dos o tres enlaces con la militancia, y eso era todo, o casi todo, porque eran muy eficientes para cobrar su sueldo y sus vales de gasolina.

Este comentario se basa estrictamente en charlas con militantes y decanos panistas, y en varios mensajes publicados en la red de simpatizantes que ya no pudieron callarse más.

Incluso la buena campaña de César Verástegui se vio afectada por los parásitos que dirigen al PAN, y que fueron incapaces de impulsar el triunfo, a pesar de todas las ventajas a su disposición.

Con Cabeza de Vaca fuera de escena a partir del 1 de octubre, o quizás en prisión, se abre el espacio para ajusticiar a los causantes del fracaso político.

Su buena suerte se acaba este año; eso es seguro.

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