Política

La Comuna

La historia no contada, del sur de Tamaulipas

José Ángel Solorio Martínez

La Banda del Guachicol, cuyo centro de operación está en Madero, Tamaulipas y bajo el mando del diputado federal Erasmo González, puso en riesgo el triunfo de la candidatura del abanderado de MORENA-PV-PT, Américo Villarreal Anaya. Finalmente, pudo salir a flote el proyecto del lopezobradorismo, obteniendo un cerrado triunfo con apenas 80 mil votos de diferencia cuando se esperaba una holgada ventaja.
La urbe petrolera tamaulipeca, es la evidencia más clara del abandono de las tareas que se auto-encomendaron en el sur del estado, Erasmo y su socia Olga Sosa. Con un permisivo comité de campaña del cardiólogo, que optó por entregar la operación político-electoral a estos sujetos, se desplazó a actores de la zona no sólo del manejo de recursos materiales, sino también de los recursos humanos; sobre todo, la red de representantes de casilla (RC) y representantes generales (RG).
El par, movió hilos y diversos factores locales, para sembrar la desconfianza en los alcaldes de Altamira -Armando Martínez- y de Madero -Adrián Oseguera Kernion- en el sentido de que no eran de todo, leales al doctor.
Les funcionó la estratagema.
Desde el comité de campaña sobrevalorando las virtudes políticas de los príncipes del guachicol, dirigieron todo el recurso de campaña a ellos y les entregaron -ante la vendida desconfianza de los jefes edilicios- cheques en blanco para articular las asignaturas de Villarreal Guerra en la zona conurbada.
De otra forma: tanto Adrián como Armando, fueron atados de manos para vigilar con sus estructuras los comicios: soslayaron de esa tarea a los hombres sus confianzas; Erasmo y Sosa, aseguraron resultados plenos y favorables para Américo.
El resultado: más del 25 por ciento de las casillas, de todo el sur tamaulipeco, no fueron vigiladas.
(Este dato, fue más evidente en Estación Cuauhtémoc, una comunidad rural al norte de Altamira).
Más: del 75 por ciento registrados, casi el 10 por razones diversas no asistieron.
Con un agravante más: se erogaron gastos, como si el 100 por ciento hubieran sido cubiertos con RC.
Erasmo prometió ganar con su sola presencia ciudad Madero. Eso le permitió desplazar a Oseguera Kernion de las tareas centrales de MORENA en la ciudad. El comité de campaña, de Villarreal Anaya, dejó a quien pensó resolvería la contienda.
No fue así.
Ni operó, ni dejó operar.
En Tampico, Sosa, como siempre: negoció con el PAN para que sus ingenieros electorales, ejercieran su labor el 5 de junio. Ya antes lo había hecho con su candidatura morenista a la alcaldía: se tiró al piso para dejar paso libre al panista Chucho Nader, por un puñado de beneficios.
En Altamira, ni atención pusieron Erasmo y Sosa. Fue la ciudadanía, quien organizadamente, frenó algunos eventos de mapachería. Ellos, ni sus luces. El alcalde, encapsulado por las acciones de ese par, apenas logró una angustiosa ventaja al final de la jornada electoral.
Ésta, es la historia no contada de lo ocurrido el 5 de junio, en Tampico, Madero y Altamira.
En parte, es la fuente de la pos-elección tan intensa, que estaremos viendo y el cual podría alargarse hasta el mes de octubre.

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