Política

La Comuna

¿Violencia de género?

José Ángel Solorio Martínez

La diputada de MORENA, Úrsula Mojica, insiste en utilizar el socorrido truco de la victimización y la violencia contra la mujer, para justificar los embates de la ley por pedir dinero a proveedores a cambio de favores.
Nada dice, sobre las acusaciones que penden sobre ella.
No comenta, si el proveedor existe.
Es decir: no esgrime nada en su defensa; sólo justifica la persecución penal en su contra en función de una venganza política.
¿Venganza política?
¿Acaso ha hecho tambalear al régimen panista tamaulipeco con sus flamígeros discursos en el parlamento local?
¿Aterrorizó al gobierno panista con sus actitudes vanguardistas como legisladora?
¿Ha hecho otra cosa, más que lucrar con el apellido?
Las pruebas que posee la Procuraduría tamaulipeca, son lo bastante sólidas como para argüir una embestida gubernamental por su recia postura ideológica que dice tener con la IV T.
Pruebas científicas –biometría de voz– dan por cierto que la parlante en el audio en el cual la hoy legisladora pide moches a cambio de contratos, es incuestionablemente ella.
La sobrina desconocida por el presidente Andrés Manuel López Obrador –acontecimiento que sería suficiente como para que renunciara al cargo– ha rechazado ser la protagonista de esa grabación.
De ahí no se ha salido: “No es mi voz”.
Ahora añadió a su defensa, el gastado rollo de violencia de género -toda política, panista, priista, perredista, que se siente agredida, por diversas razones, acusa a sus detractores de violentos contra las mujeres- el cual aderezó con un endulzante –que de tan recurrente ya se agotó– argumento: violencia política.
MORENA ha sido receptor de un sinfín de entes políticos: derechistas que se dicen progresistas; priistas, que presumen de izquierdistas; panistas, que afirman haber renegado a la ideología monástica y mocha del PAN; feministas que en realidad son feminazis y miembros de la comunidad LG.
Unos han salido buenos; otros, de pésima catadura.
Úrsula asegura que ella viene con AMLO en su lucha desde hace décadas.
Lamentable: bañó de lodo una carrera de 30 años, con una grabación de 30 segundos.
¿Qué fin tendrá esa penosa telenovela?
El desafuero se ve, tan complicado como lo será que un partido en el Congreso local, logre las tres cuartas partes de votos del pleno.
De otra forma: no habrá desafuero para la diputada lángara.
En términos políticos no hace falta: ya apesta como lideresa del grupo parlamentario de MORENA; en tanto, la opinión pública le reprocha su fantochería de andarse ostentando como consanguínea de AMLO mientras miente, traiciona y roba, como lo más selecto y refinado prianismo.
El agravio no es la deshonestidad de la digna dama…
…es la desvergüenza.

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