Política

Nuestra turbulencia en Nueva York

Opinión
Ernesto Hernández Norzagaray

Ernesto Hernández Norzagaray

Pero, lo que es claro, esto apenas empieza y estamos en la etapa de las preguntas y las conjeturas sobre este hombre que se ha declarado inocente ante la justicia norteamericana y que tiene todas las de perder. Foto: Enrique Ordoñez, Cuartoscuro.

Cuando aparezca este texto Genaro García Luna, el Secretario de Seguridad Pública del Gobierno de Felipe Calderón, ya habrá tenido su primera audiencia frente al Juez Brian Cogan y habrá conocido que se le acusa de asociación delictuosa por el envío de cocaína a territorio estadounidense, haber recibido dinero sucio de Joaquín “El Chapo” Guzmán y falso testimonio ante las autoridades migratorias.

Esta semana se supo por las pesquisas de nuestra colega Dolia Estévez que el intento de tener un juicio negociado había fracasado estrepitosamente y que tendría que afrontarlo con los recursos que le brinda la ley.

Es decir, de ser ciertas estas pesquisas, llegó derrotado a la sala de audiencias y en un entorno hostil y cómo constatación se declaró inocente lo que significa tomar el camino largo y espinoso de la exhibición pública.

Nos dice Estévez que el expediente judicial es de 189 mil folios y, además, está un buen número videos y audios que a García Luna lo ponen contra la pared y eso podría llevar al Juez a pedir para él cadena perpetua, la misma que se ejecutó contra su viejo conocido Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera que, cómo se ha señalado, hoy cumple su condena en una cárcel de máxima seguridad en el estado de Colorado.

Me pregunto, ¿qué provocaría el fracaso de una negociación frecuente en el sistema judicial estadounidense?

¿Acaso lo que ofreció a cambio de la reducción de su eventual condena es nada que no puedan tener ya los jueces después del juicio contra Guzmán Loera donde participó el elenco estelar del Cártel de Sinaloa que purga sentencias en prisiones estadounidenses buscando –y algunos al parecer lo lograron– reducir sus condenas? New York Times: Trump no pagó impuestos federales en 10 de los últimos 15 años

O la carta fuerte que tiene que ver con la narcopolítica mexicana, como sucedió en el juicio contra Guzmán Loera, ¿le fue rechazada y automáticamente queda a la buena de dios? o, a la inversa, ¿que no haya querido cooperar señalando a sus antiguos jefes políticos?

Y si eso sucedió, la posibilidad de que Felipe Calderón u otros del Gabinete panista rindan cuentas ante la justicia norteamericana tendría que esperar al desarrollo del juicio.

El sistema judicial estadounidense contempla la negociación con los detenidos cuando estos pudieran ofrecer evidencia constatable de que otros “peces gordos” pudieran rendir cuentas ante sus jueces y eso permite que los coadyuvantes, o dicho en el argot criminal, los “sapos”, reduzcan sus condenas.

Eso explica, lo solícitos, que vimos a personajes del Cártel de Sinaloa señalando al “Chapo” Guzmán de cualquier tropelía y aquel aguantando en silencio, lo que en el medio criminal se considera un acto de traición y eso se paga con la vida, como al parecer sucedió recientemente con José Rodrigo Aréchiga Gamboa, “El Chino” Ántrax, quien fue asesinado en Culiacán luego de huir de la casa donde llevaba su condena en libertad. Aunque, también, se especuló que era una fuga acordada con sus agentes y que llevaba en el cuerpo un chip que llevaría a donde estaban otros personajes del Cártel de Sinaloa.

Y ciertamente en el juicio en Brooklyn contra el “Chapo” Guzmán se ventiló prácticamente toda la forma de operar de este líder del Cártel, sus rutas, sus socios y crímenes, el dinero del capo di capi –que, por cierto, todavía no se sabe donde está– y, también, salieron nombres de narcopolíticos, entre ellos el de García Luna, entonces, ¿qué podría ofrecer a cambio de una condena razonable?

No mucho, después de que han transcurrido ocho años que dejó el cargo del Gabinete calderonista y en este tiempo había vivido a caballo entre México y Estados Unidos, sea manteniendo las relaciones con las agencias de seguridad estadounidense o sus empresas que tenía en México o, mejor, disfrutando de una vida muy resuelta en la bella ciudad de Miami.

Entonces, sólo le quedaba comprometer nombres de políticos mexicanos que tienen vínculos con el mundo del crimen organizado, poner en el banquillo, para empezar, a su exjefe Felipe Calderón, que luego de la detención de García Luna ha dicho que “no sabía nada” de los tejemanejes de su Secretario.

Lo que resulta contradictorio cuando todavía en entrevistas recientes le echa flores a su política de seguridad, la “guerra contra el narco”, que costó la vida al menos a 60 mil mexicanos y su estela de violencia se extiende hasta nuestros días.

Y aquí la pregunta es si los jueces norteamericanos estarían dispuestos a ir hasta el más alto nivel. En el juicio contra el “Chapo” Guzmán el Juez Cogan dijo no. Y hasta ahora no hay indicios de que se vaya a transigir este presumible freno por los posibles acuerdos que había en ese entonces entre ambos gobiernos para la molestia de quienes quieren ver al expresidente Calderón sentado en el banquillo de los acusados, diciéndole sin sonrojo al Juez “yo no sabía nada” de lo que hacía García Luna.

Ante un escenario de este tipo la pregunta que asalta es: ¿Cuál será la postura de García Luna? Se hundirá solo o hará lo que hicieron algunos capos en el juicio contra Guzmán Loera, señalar a personajes de la narcopolítica que escalaron fugazmente en los medios de comunicación para forzar que sean llamados a declarar y de esa manera repartir culpas; por lo pronto algunos de sus colaboradores han sido despedidos y otros están prófugos de la justicia.

Aquí cabe un matiz no menor. Santiago Nieto, titular de la UIF, precautoriamente ha solicitado, en el marco de la colaboración con las agencias de seguridad estadounidense, que Genaro García y César Duarte rindan cuentas de sus delitos en México, lo que permite suponer que aquello que se ventile y no se juzgue en Estados Unidos podría ser investigado y juzgado en México.

En definitiva, el nombre de Felipe Calderón será inevitable en el juicio contra García Luna, era quien lo había puesto en el cargo –¿por recomendación de Vicente Fox?– y a quien le rendía cuentas de la llamada “guerra contra el narco”, que, ahora sabemos, en realidad era una guerra de un cártel contra los otros cárteles y donde el Gobierno era juez y parte.

Pero, lo que es claro, esto apenas empieza y estamos en la etapa de las preguntas y las conjeturas sobre este hombre que se ha declarado inocente ante la justicia norteamericana y que tiene todas las de perder.

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