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Economía Para Todos | Crecimiento vs Desarrollo

LUIS MANUEL R. VELA

En anteriores ocasiones hemos platicado que el crecimiento económico es un indicador importante para saber cómo va nuestra economía. Pero qué es mejor, ¿el crecimiento o desarrollo económico?

Recientemente, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) publicó la estimación oportuna del Producto Interno Bruto (PIB) durante el cuarto trimestre del 2019. Este informe es una visión previa acerca de la evolución de la economía mexicana, treinta días después de que concluya el periodo de referencia, en este caso, el cuatro trimestre del 2019, tales mediciones están basadas en la información estadística disponible en ese momento, en técnicas estadísticas y modelos econométricos que mejor se ajustan a dicha información, así como recomendaciones de instituciones internacionales, por lo que dichos resultados son consistentes con el Sistema de Cuentas Nacionales de México (SCNM).

Teniendo en cuenta estos antecedentes, durante el cuarto trimestre, que abarca de octubre a diciembre de 2019, no se presentó variación alguna en cuanto a crecimiento económico respecto al trimestre anterior. Por otro lado, por los componentes de actividades económicas, las actividades primarias disminuyeron (-) 0.9 por ciento, mientras que las actividades secundarias mostraron una disminución del (-) 1.0 por ciento, mientras que las actividades terciarias reflejaron un crecimiento del 0.3 por ciento.

Mientras tanto, si hablamos de cifras anuales, es decir, comparadas con el cuarto trimestre del año 2018, el PIB mostró una disminución del (-) 0.3 por ciento. Para los componentes de actividades económicas, las actividades primarias y terciarias mostraron un crecimiento del 1.9 y 0.1 por ciento, respectivamente. Mientras que las actividades secundarias disminuyeron (-) 1.5 por ciento.

Cabe destacar, que las cifras antes mencionadas, tanto las trimestrales como las anuales, son desestacionalizadas. Dado que la gran mayoría de datos económicos se ven afectados por factores estacionales y de calendario. Es por lo que el ajuste de las variables, en este caso el PIB, permite realizar un mejor diagnóstico de la evolución de la variable.

Habiendo esbozado las cifras oportunas del PIB, siempre ha habido un debate en el cual se plantea que, sin crecimiento, no hay desarrollo. Pero otros autores, argumentan lo contrario, que primero tiene que haber desarrollo para haber crecimiento. Es el famoso dilema de qué fue primero, si el huevo o la gallina.

Según Diana Coyle, en su libro “PIB: una breve pero cariñosa historia”, el PIB fue diseñado en la década de 1930, por el economista Simon Kuznetz, el cual quería encontrar una manera de medir la economía en conjunto teniendo en cuenta lo que verdaderamente traía bienestar, para así salir de la Gran Depresión que estaba inmersa el mundo, pero principalmente Estados Unidos.

Posteriormente, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el economista John Maynard Keynes argumentó que no necesitaba saber cuánto bienestar hay, debido a que estaban en guerra, él solamente necesitaba saber cuánto podía producir la economía y cuál es el mínimo indispensable que la gente necesitaba consumir para saber cuánto sobra para financiar la guerra.

Después de la guerra, Estados Unidos necesitaba saber las condiciones económicas de los países receptores de la ayuda para la reconstrucción; así que se homogeneizó el uso de la medición del PIB con la ayuda de la Organización de las Naciones Unidas.

Sin embargo, Kuznetz no mostraba gran orgullo de lo que había ayudado a crear porque dicho indicador resultó muy distinto a la intención original, que era la medición de bienestar económico, y no la medición de la actividad de la economía.

Hoy en día persiste el debate de si crecer aceleradamente es buen indicio de que la economía va bien, a pesar de que el crecimiento económico es primordialmente empujado por las grandes riquezas y no por las personas “normales”. Es decir, los ricos se vuelven más ricos, y los pobres se vuelven más pobres debido a la pérdida del poder adquisitivo, así como la desigualdad de oportunidades que ha persistido durante años. Es por lo que el gobierno debe invertir en salud, educación, infraestructura, entre otros aspectos importantes, para que todos tengamos las mismas oportunidades de incrementar nuestro bienestar tanto económico, como emocional y personal.

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