Columnas

Alejandro y Frida

RODOLFO SALAZAR GONZÁLEZ

Muy a pesar de la oposición férrea de su familia Alejandro Gómez Arias fue la primer pareja de Frida Kahlo, sus padres veían en la fantástica pintora mexicana el abismo por donde se podían hundir todas las posibilidades de que triunfara en la vida pública y cultural el célebre escritor mexicano

Don Alejandro fue el compañero de Frida aquel 17 de octubre de 1925 en el camión que un tranvía la aplastó marcando para siempre la tragedia de Frida quien estuvo a punto de morir como consecuencia de tan desgraciado accidente.

Accidente que aprovechó inteligentemente la familia de Alejandro Gómez Arias para enviarlo a estudiar a Alemania y con esto lograr la separación definitiva de su adorada Frida; que se cumplió al pie de la letra de las intenciones de los padres de Don Alejandro.PUBLICIDAD

Su relación fue muy profunda, ella le escribiría a Alemania: «El 17 hará dos años de nuestra tragedia, yo sobre todo la recordaré buten, aunque es estúpido, ¿no?, no he pintado nada nuevo, hasta que tú vuelvas. Ahora las tardes de septiembre son grises y tristes. A ti te gustaban tanto los días nublados en la preparatoria, ¿te acuerdas?»PUBLICIDAD

Alejandro Gómez Arias nace en 1905 en Oaxaca, tierra de Benito Juárez y Porfirio Díaz y llega de niño a la ciudad de México. En la capital estudia en la preparatoria Nacional de San Idelfonso. Y allí en el ambiente marcado por la Revolución Mexicana afina su temperamento radical con lecturas, sobre todo de escritores rusos. Lo impresiona fundamentalmente Sacha Yegulev, de Andreyev, la novela sobre el joven que da su vida por un ideal para construir su vida perfecta y en la que había soñado desde que nació.

Es en la preparatoria cuando conoce a Frida, se enamoraron los dos, estudia derecho, distinguiéndose como orador; es campeón de oratoria en 1928 y Presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes.

La fama de orador lo perseguirá toda la vida, y él obligado a defenderse, explica: «Ante la dificultad de escribir en periódicos veo en la oratoria la única oportunidad de hacer público mi pensamiento.»

En 1929 es el líder indiscutible del movimiento universitario que logra la autonomía universitaria, Don Alejandro sabe que llegó la hora de hacer las reformas a la Universidad Nacional para convertirla en el espacio crítico de la Revolución Mexicana. Lo logra.

Joven, fogoso y carismático se une a una generación heroica que se concentra y participa en la campaña presidencial de José Vasconcelos, que para los jóvenes representa en ese momento la civilización que se enfrenta a la barbarie de los militares que se habían repartido para si la patria como si fuera un bien inmobiliario.

Para ellos, Vasconcelos es el líder excepcional, el mal orador, pero el gran agitador que el país requería para frenar la voracidad patrimonial de los generales.

Cuando Vasconcelos entra a la capital del país, Alejandro Gómez Arias lo saluda proclamando un nuevo día, llamándole: «un nuevo domingo de ramos», nombrándolo: «el guerrillero ilustre de la cultura». Derrotado Vasconcelos, ellos gritan fraude, pero Vasconcelos, en lugar de resistir con la generación del 29, sale del país, donde sufre una metamorfosis que lo lleva a los límites de la soledad, la amargura y finalmente a convertirse en monje dominicano.

Alejandro Gómez Arias no se amarga, se dedicó con entusiasmo a lo que siempre riéndose llamó, «oficio de vencidos»; edita revistas literarias, da clases en la preparatoria, es director fundador de la Radio Universitaria, y el 28 de marzo de 1938 es uno de los oradores en el mitin de apoyo al presidente Lázaro Cárdenas por haber realizado la expropiación petrolera a las compañías inglesas.

En los años 40 Gómez Arias milita en los partidos políticos de izquierda, y es funcionario cultural, más tarde periodista de oposición. «Oficio de Vencidos» recuerda el maestro.

Al final de su vida don Alejandro Gómez Arias recibe los homenajes inevitables, doctorados, premios, los acepta con emoción irónica y los comenta con sorna afectuosa. No es un perdedor y pasó a la posteridad en el imaginario colectivo de los mexicanos como uno de los pensadores independientes y libres más destacados del siglo XX. El apoyo que le brindó a José Vasconcelos en 1929 lo sobrepone por encima de toda una larga lista de intelectuales, escritores y artistas que sólo en la tribuna y a través de las ideas condenaron los excesos del poder político en el país. Alejandro Gómez Arias fue un hombre de acción y de ideas, de eso no me queda la menor duda.

Correo:

notario177@msn.com

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