Dejan secar a Reynosa

Sin Filtros; por Brenda Ramos
En el gabinete estatal, los cargos no solo sirven para administrar el gobierno, son catapultas políticas para quienes sueñan con una boleta electoral. Pero hay códigos no escritos que todo operador debería conocer. El primero, nunca opacar al jefe. El segundo, y más sagrado, no convertir la dependencia en un botín personal para engordar bolsillos a costa del erario. Porque cuando el funcionario se pone por delante del servicio público, el costo lo pagan los ciudadanos… y lo pagan caro, con su calidad de vida.
Bajo esta premisa, el tiempo de Raúl Quiroga al frente de la Secretaría de Recursos Hidráulicos debería agotarse. Ha dejado de comportarse como un aliado del gobernador para actuar como un opositor interno. Su afán de protagonismo no solo roza la falta de respeto a la investidura del mandatario, sino que se convierte en una afrenta abierta. Y lo más grave, su descarada cercanía y defensa hacia quienes son, sin disimulo, enemigos políticos del doctor Américo.
Para muestra, lo ocurrido este fin de semana: la Comisión Nacional del Agua le dio un auténtico jalón de orejas al alcalde de Reynosa, Carlos Peña Ortiz, al exhibir públicamente que sí hay agua en la ciudad. Según el organismo, las lluvias en la cuenca del río Bravo habían mejorado el nivel de las presas y el abasto estaba garantizado al 100%.
El golpe no fue menor, la Conagua dedicó un boletín completo al tema —Comunicado de Prensa No. 085-25—, lo que desató la indignación ciudadana. Con la información en mano, cientos reclamaron por qué el ayuntamiento mantiene a la ciudad en una sequía artificial si el agua está disponible. Y como si se tratara de un ciego que de pronto recupera la vista, los señalamientos no tardaron en converger en una sospecha recurrente, los jugosos negocios con las pipas que, bajo bandera de auxilio, recorren las colonias… enviadas por el propio ayuntamiento.
¿Y qué hizo Carlos Peña? Fiel a su costumbre de refugiarse tras la sombra de los mayores —como cuando su madre sale a defenderlo cada vez que se mete en problemas—, respondió no con argumentos propios, sino compartiendo un boletín de la Secretaría de Recursos Hidráulicos para el Desarrollo Social. Un gesto que sonó más a “ya les contestó mi chalán” que a una explicación seria para los ciudadanos que exigen saber por qué siguen sin agua, mientras las pipas del ayuntamiento hacen su agosto.
Y aunque, es verdad, Tamaulipas enfrenta una sequía severa, tal como lo reconoce el propio boletín oficial. Pero también es cierto que, en lo que respecta al agua, a Carlos Peña se le ha permitido operar con total impunidad. Y no hablamos de descuidos menores, sino de decisiones que afectan a toda la ciudad. El gobierno federal ya lo ha notado, pero aquí, en casa, parece que nadie quiere tocarlo.
Lo más sospechoso es el silencio de Raúl Quiroga, justo ahora que Reynosa está seca por decisión del ayuntamiento. Un silencio que pesa más si recordamos los 200 millones de pesos invertidos en el vaso regulador de la presa El Águila, una obra que prometía prevenir inundaciones y almacenar agua para épocas críticas. Hoy, ni previno lo primero ni resolvió lo segundo. El agua se fue, la inversión se esfumó… y Quiroga, inmutable, sigue mirando hacia otro lado.
Ahora bien, si miramos un poco hacia atrás, vale recordar que el problema del lirio acuático en Reynosa no se atendió hasta que nuestro amigo y compañero Francisco Rojas (q.e.p.d.) lo denunció directamente en una mañanera ante el presidente AMLO. Antes de eso, ni siquiera las insistencias de este medio, que increpó al propio secretario, lograron que moviera un dedo para que Carlos enviara a las cuadrillas de Servicios Primarios y Protección Civil a limpiar.
El origen del asunto no es menor, el Dren de las Mujeres descarga aguas con heces fecales en el canal Anzaldúas, y esa contaminación alimenta el crecimiento desmedido del lirio, afectando el suministro de agua para los municipios de Río Bravo y Valle Hermoso. Pero, como muchos otros problemas en los que tendría que intervenir, este tampoco parece importarle al secretario.
Desconocemos la verdadera razón por la cual el secretario guarda silencio y protege a Carlos, cuando ya no es un secreto que él, junto a su madre Maki Ortiz, de la mano del senador José Ramón Gómez Leal y de las diputadas federales Claudia Hernández y Casandra de los Santos, forman parte del bloque opositor al gobernador. Un grupo que, por todos los medios posibles, busca abrirle frentes y minar su capacidad de gobernar.
Y como cereza del pastel, tampoco salió en defensa del doctor cuando otro aliado del grupo de Carlos atacó directamente al gobierno del estado. A través de Casandra de los Santos, el alcalde de Río Bravo, Miguel Almaraz Maldonado —integrante de este mismo equipo político—, aprovechó la temporada de lluvias para grabar un video en el que aseguraba que el municipio estaba limpiando drenes y canales por su cuenta, ya que, según dijo, no habían recibido apoyo del gobierno estatal pese a haberlo solicitado.
Y, una vez más, se quedó callado. Igual que a Protección Civil, a su secretaría le correspondía responder, pero Quiroga prefirió no entrar en confrontaciones. Tal vez no quiera pelearse con nadie porque su mirada ya esté puesta en la sucesión gubernamental. No sería extraño, actúa como si se creyera más importante que el propio gobernador… y ni siquiera es capaz de cuidarle las espaldas. En el camino, parece estar tejiendo alianzas —o quizá negocios, o ambas cosas—; no podemos asegurarlo porque no lo hemos investigado, pero tampoco lo dudamos. Lo cierto es que su silencio deja mucho que desear y, tal como el agua de Reynosa que él mismo presume agotada, su tiempo en la Secretaría también debería llegar a su fin.