Una metafórica radiografía al sexenio que esta por terminar
Por: Vicente Hernández
“La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos.”
«Aristóteles»
Mal termina este sexenio cuando en los periódicos, la radio, la televisión, y en las redes sociales la nota principal es sobre crímenes, robos, violaciones, corrupción, atentados a candidatos, y excesivo aumento a los artículos de la canasta básica, y sobre todo el clima de inseguridad que se respira a solo pocas horas de las elecciones, entre otras no gratas noticias.
Quisiera haber terminado el sexenio con el embriagador optimismo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, según su óptica, deja un México que va mejorando su economía, los índices delictivos van a la baja, el sector salud es eficiente, los actuales funcionarios ya no son corruptos, y todos los mexicanos al igual que él, con 200 pesos en la bolsa somos felices, felices, felices.
Cinco años, ocho meses, han trascurrido desde que AMLO tomo las riendas de un México poblado de ciudadanos llenos de hartazgo, frustrados, y desesperados, que en las elecciones del 2018 llegaron a las urnas esperanzados por el cambio prometido, en el discurso de un luchador social que esperaba convertirse en un gran estadista.
La votación le fue favorable, y una vez envestido como jefe máximo de la Nación, se auto comparo con tres estadistas: Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, convencido que el estará a su lado en el libro de oro de la historia de México, como el forjador de “La Cuarta transformación”.
Entonces surge la interrogante: ¿Fue realmente López Obrador un gran estadista? porque según la definición de Winston Churchill “El político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones, y no en las próximas elecciones” y tal parece que AMLO le dio prioridad a las próximas elecciones, y exalto al máximo los programas clientelares, como señuelo para que los ciudadanos voten por Morena, eludiendo hasta nuestros días, los verdaderos problemas a resolver, mencionados renglones arriba.
Sin pretender ser agorero del sexenio, creo que las becas para “ninis”, pensión a los adultos mayores, (sin estudio socioeconómico) entrega directa de estímulos a campesinos, madres solteras y algunos otros “beneficios”, tuvieron oculta la intención de construir una estructura electoral, paralela a Morena, y de esta manera se planeó que el voto cautivo de este movimiento, y el voto agradecido hacia Andrés Manuel, podrían garantizar lo que en tiempos electorales del priismo, se dio en llamar “El carro completo”.
Pero durante los casi seis años el presidente López, se dio el tiempo para ensayar marrullerías; como la llamada “Ley Bonilla” en Baja California, y la iniciativa de ley en Zacatecas, propuesta por la Senadora de Morena Soledad Luevano Cantú, que pretendía poner fin al estado laico, estos dos ejemplos, lejos de ser solo ocurrencias de legisladores, fueron ensayos de mercadotecnia política-legislativa, que de haberse aprobado la primera, sentaría un precedente para futuras prolongaciones de mandato, incluida la del Poder Ejecutivo Nacional, y en la segunda atraería clientela electoral-religiosa, que vendría a engrosar la estructura ya mencionada, pero en el ocaso de su mandato no pudo (que ganas no le faltaron) de reformar el: “Artículo 83. El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años. El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto.” .
Hay analistas que coinciden al afirmar que a Andrés Manuel es más fácil amarlo u odiarlo que entenderlo, y esta polaridad nos ha tenido divididos entre dos clasificaciones: “Chairos” y “Fifís”, o sea, los que lo critican y los que le aplauden, pero como entender que cuando aún no tomaba posesión como presidente, ordeno la cancelación de un aeropuerto a un costo al erario público de 160 mil millones de pesos, (en sus inicios) durante el mandato de López Obrador, México ha enfrentado un alarmante aumento en los homicidios dolosos, registrando 182,791 casos hasta marzo de 2024, pasando por la fallida captura y libertad de Ovidio Guzmán, (finalmente recapturado y extraditado) en su momento el asilo a Evo Morales, que causo un conflicto internacional, la fracasada venta del avión presidencial, el asilo al ex presidente ecuatoriano Jorge Glas, un delincuente convicto y prófugo que había estado viviendo en la embajada de México desde diciembre, y que fue un escándalo diplomático, tomando solo esto como ejemplo en su desastrosas relaciones internacionales.
Durante el tiempo que lleva gobernando AMLO, se lo ha pasado denostando al pasado, y prometiendo un gran futuro, seguro de su popularidad, y sus expectativas son muy altas, por eso en sus famosas mañaneras declara: “Vamos requetebién”, “No nos confundan, nosotros no somos así” magia comunicativa que le funciona, pero esta tendrá fecha de caducidad, porque en un alarde de populismo presumió el haber cancelado la pensión a los ex presidentes, abrir Los Pinos como si fuera el museo de Louvre, y en sus inicios, el llegar y salir de palacio en Jetta, el haber rebajado los sueldos a los funcionarios de su gobierno no es más que eso; “populismo”, pero esto es lo que les gusta a sus seguidores.
En fin, que estamos a pocos meses de terminar este sexenio, que supongo terminara con un López Obrador oficiando sus mañosas “mañaneras”, entre sermones de valores y ética, con sus lecturas del siglo XIX, exaltando los mitos de sus héroes, y calificándonos a los que ejercemos periodismo critico como “Prensa chayotera”, “Hampa del periodismo”, “Enseñaron el cobre”, “Prensa prostituida», «Prensa Sicaria” pero también a todos los intelectuales, artistas y ONG quienes le critican, pero la frase que se llevó el galardón del sexenio fue: “Le muerden la mano a quien les quito el bozal” como si en su sexenio se acabara de decretar la libertad de expresión. En lo personal durante el próximo gobierno, gane Claudia o Xóchitl, seguiré señalando, no denostando, los errores, corrupción, nepotismos y lo que piense que va en contra del pueblo del que formo parte, ya que esa es la verdadera tarea de nosotros los periodistas.