Opinión con sentidoPolítica

La Buchona

Por Oscar Díaz Salazar

Con todas las taras, imperfecciones y debilidades de nuestra democracia, debemos reconocer que cada vez nuestra democracia es más democrática, y que nos estamos acercando al ideal de lograr un gobierno del pueblo, producto de la voluntad popular mayoritaria.

Celebro que en las elecciones se hable cada vez menos de fraudes, carruseles, ratones locos, compra de votos, violencia y amenazas para no votar por una opción o para votar por otra.

Con pocos años de tener vigencia legal la reelección en los Ayuntamientos, ya hay muchas voces que se pronuncian, -y palabras que se escriben- en contra de esta práctica que fue una de las ideas fuerza del movimiento revolucionario, que inició en 1910 y que causó un millón de muertes.

Por el voto popular, los ciudadanos hoy tienen la posibilidad de impedir la reelección de gobiernos que no estuvieron a la altura de las expectativas de sus representados.

Un caso específico es el de la presidenta municipal que nos ha regalado ocurrencias, tonterías, puntadas, escándalos, bastantes fotografías de su persona y mucha actividad en sus redes sociales, en las que da cuenta de su gusto por el turismo político.

La Buchona que se benefició de la ola obradorista en 2018, pretende sostenerse en el cargo, pero hoy está destinada al fracaso, porque ya la conocen.

Ya se sabe de su cercanía al Truco Verastegui en el año en que coincidieron con responsabilidades de gobierno. Ya se sabe de su afición a las bebidas embriagantes y del incidente en el que «no choque, me chocaron», y además abandonó la escena del accidente vial. Ya se sabe del atraco al erario, con gasolina que «consumieron» vehículos chatarra. Ya se sabe que hizo equipo con actores políticos contrarios al gobernador. Ya se sabe de su intolerancia a la crítica y de su costumbre de escudarse en su condición de mujer, para acusar a sus críticos por violencia política de género. Ya se sabe que fueron tres años perdidos, sin obra pública, sin servicios, sin avance en la calidad de vida de sus representados. Ya se sabe que es falsa, sin substancia, sin discurso, sin palabra.

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