El “voto verde” en Altamira es hoy prostituido por los representantes campesinos
El “voto verde” en Altamira es hoy prostituido por los representantes campesinos
Por: Vicente Hernández
“El campo es al mismo tiempo el amante y el enemigo del hombre. Le da todo, se entrega a él, pero le teme porque sabe que acabará con él antes o después.”
«Gustavo Moure»
Qué tiempos aquellos cuando en las elecciones se hablaba del “voto verde” refiriéndose al voto campesino, y seria en Altamira después de la primera candidatura de Zeferino Lee Rodríguez, cuando se da tal vez, la primera división importante en el campo, entre el PRI y el PAN, y se empieza a sembrar la semilla de la inquietud política, por tal o cual partido, y es entonces cuando el sector campesino empieza a perder posiciones en los siguientes ayuntamientos, para nada comparado con los ayuntamientos de los años 50-90, en los cuales el sector campesino se le asignaba seguridad pública, sindicaturas, regidurías, registro civil, y algunas otras dependencias municipales, después tomo el poder el sector obrero, y le fue quitando estas posiciones, y ya en posteriores ayuntamientos en manos de los tecnócratas o sector popular, tanto el cabildo como las dependencias municipales no fueron asignadas equitativamente a los tres sectores, empezando la época del compadrazgo, del nepotismo, del amiguismo, en el cual queridas, amigos, parientes y hasta mayates, son los premiados después de cada elección, y en algunos casos sin que estas personas hayan sudado la camiseta en las campañas.
Hoy día, el sector campesino dejo de ser el voto cautivo que tanto presumió el partido en el poder de aquellos años, para desgajarse y repartirse entre los partidos con más presencia numérica votante, Morena, PAN y PAN, y lo que antes solo se veía entre los, y las lideres de colonias populares, de venderse al mejor postor, se esta dando con la gente de la zona rural, ya que alegremente le agarran dinero a un partido que a otro, y cuando sus dirigentes les reclaman su proceder, estos le dan la espalda a los que les apoyaron económicamente, y se regresan al partido u organización las cuales nunca abandonaron, y se van con los bolsillos llenos diciendo: “lo caido, caido” prostituyendo no solo su persona, sino también a la organización a la que traicionaron, pero que al regresar fueron perdonados.
Fue el 5 de febrero de 1930, cuando fueron asesinados los hoy llamados mártires del agrarismo altamirense Martin A. Martínez y Ciro Rodríguez, y a la fecha no ha surgido un líder agrario en Altamira, que no sea recordado por su asesinato, sino por su lucha a favor de la gente del campo, y para colmo, el ultimo Delegado cenecista que se agandallo con el dinero de los ejidatarios por nueve años, se vendió como prostituta barata, y de pilón el y sus secuaces, empinaron a varios de sus compañeros, quedando marcados como traidores a su organización.
“Pero no tiene la culpa la yunta, sino los bueyes que se la dejan poner” durante una visita de proselitismo electoral al salón de actos del ejido Altamira, que les hiciera el alcalde con licencia y candidato a la reelección Armando Martínez Manríquez, los asistentes le hicieron el reclamo al candidato, por no haber incluido en su planilla para su próximo cabildo un representante del sector campesino, en voz de dos “ejidatarios” previamente aleccionados, le reclamaron al candidato de Morena, por qué no fue reelecto Luis Espinoza como regidor, y yo me pregunto ¿Para qué, si solo utilizo su cargo para adueñarse del comisariado, como paracaidista en casa abandonada, al más puro estilo de líder sindical, poniéndole por toda la madre a la poca, o mucha, democracia que había en esta organización? Solo les falto reclamarle, que, porque no había incluido a José “Pepito” Enríquez como sindico primero, después de haberlos robado por más de nueve años, y pretender quedarse para beneficio propio la CNC.
Si yo fuera psicólogo diría, que los ejidatarios integrantes de este comisariado, sufren el famoso síndrome de Estocolmo, que ocurre cuando los rehenes o víctimas de abuso, crean vínculos con sus captores o abusadores, esta conexión psicológica se desarrolla a lo largo de los días, semanas, meses, o incluso años de cautiverio, o abuso, y los que padecen este síndrome, y son rehenes o víctimas de abuso, y que pueden llegar a simpatizar con sus captores, y pedir su reelección como regidores, llegando a desarrollar sentimientos positivos hacia su secuestrador, en este caso el secuestrado es el Comisariado Ejidal.
“Pero cuan claman esos ingratos que si de protegerlos se trata” que tienen ni más ni menos, de representante que al propio alcalde Armando Martínez, que es ejidatario y entiende la problemática del campo, y si trabaja, no como Luis Espinoza, que nunca asiste a su oficina, y cierro texto con un refrán muy mexicano: “No tiene la culpa el indio sino el que lo hace regidor”