Opinión con sentidoPolítica

Los buscadores de impunidad


La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

La presencia de dos de los factores de poder del viejo régimen –Francisco García Cabeza de Vaca y Eugenio Hernández Flores–, son inocultable muestra de la resistencia a la desaparición de lo más podrido de nuestro sistema político. Gobernaron para sí, y para los suyos –familiares y amigos–; olvidaron sus tareas de trabajar para el desarrollo y crecimiento de la entidad; pactaron con los poderes fácticos; lucraron con el poder a más no poder y empoderaron a un grupúsculo que se enriqueció obscenamente con el ejercicio y la complicidad de la autoridad. Al final de sus gobiernos, ambos fueron exhibidos como deficientes gobernantes y malos ciudadanos.

Uno –Cabeza de Vaca– tiene investigaciones en su país –USA– de corte penal; otro –Geño– tiene sobre su cabeza la amenaza del pedimento de extradición del gobierno de Estados Unidos para que explique varios trafiques hecho en tierra gringa con dólares obtenidos inexplicablemente. De una u otra forma, ambos son hermanos del mismo dolor; como igualmente, sufren con el estigma imborrable de sus conductas. Eso sí: cientos de sus amigos, los siguen adorando e insisten en prenderles incienso. ¿Y cómo no?, fueron hechos millonarios en un sexenio.

Personajes como Ricardo Gamundi Rosas, Oscar Almaraz Smer, Manuel Muñoz Cano, Mario Ruiz Pachuca, Alejandro Ettiene y varios de sus hermanos, decenas de alcaldes y varios diputados, se deleitaron con el erario sin recato. Aún hoy, varios de esos personajes, disfrutan de los bienes que con esos fondos oscuros adquirieron. Muchos de ellos, vivían en la justa medianía… …hasta que Geño los rescató y los dejó en frente de la puerta del Casino Victorense.

¿Ahora se explica, el porqué tanta vehemencia de los porristas del victorense en su campaña para la senaduría? ¿Se entienden hoy, las conductas de decenas de geñistas que sueñan con regresar al presupuesto? Los socios de Cabeza de Vaca, se fueron con los bolsillos llenos. En su vida, soñaron con tener los ingresos que el reynosense les facilitó. El Cachorro Cantú, Francisco García Juárez, Xicoténcatl González, el Moyo García, –y sobre todo el Poder Judicial completito– anhelan el regreso de esos tiempos, que para ellos fueron mejores. Para esa cauda de personajes, el retorno del ex gobernador, es la restauración de sus privilegios; para Cabeza de Vaca, es la conservación de la impunidad que le ha facilitado andar a salto de mata, al tiempo de seguir operando como factor de poder en el estado.

Otra actitud que los hermana, es el firme deseo de comprar el blindaje que podría otorgarles el fuero de llegar al Poder legislativo. En el fondo, son tan semejantes, que no en vano, podrían tener el mismo fin. ¿Es extraña esa conducta de los ex gobernadores? No. Simplemente, son actores políticos que desean perpetuarse como tales.

Lo interesante en ese fenómeno, es la postura que están teniendo ciertos segmentos de la sociedad tamaulipeca.(No me refiero a la clase política, ya sabemos cuáles son sus motivaciones para decantarse por el PAN o por el Verde). Sí: diversos grupos de profesionistas, colonos, obreros, públicamente presumen sus simpatías por uno y otro personaje. ¿Tan corta es la memoria de la ciudadanía tamaulipeca? Al parecer: sí.

Es una mentalidad que ha sido delineada por décadas por un régimen que legitimó –por así decirlo, aunque debería decirse: naturalizó– los excesos del gobierno y de sus gobernantes. Bajo ese esquema, la incorporación del ex gobernador, Tomás Yarrington Ruvalcaba a la vida en libertad, esperada con ansia por sus amigos, será un suceso que cierta parte de la sociedad matamorense festejará. Sin duda: no le faltarán socios, que lo promoverán para candidato…

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