Armando Martínez Manríquez
Por Brenda Ramos
En Altamira hay un hombre afanoso,
Armando Martínez, el presidente famoso,
con su vista en la reelección y el progreso,
anda dragando la laguna, sin ningún retroceso.
La Parca, que de huesos sabe y de finales,
quiso ver de cerca esos quehaceres municipales,
“Armando querido, deja ese empeño,
ven conmigo, al descanso te enseño.”
Pero Armando ni la mira, está ocupado,
con el Champayán, su proyecto sagrado,
“Calaca, espera, no ves que el pueblo me aclama,
por mi gestión que al bienestar llama.”
Martínez Manríquez, de reelección sueña,
mientras la laguna su belleza enseña,
la Calaca, impaciente, quiere llevarlo,
mas el pueblo lo quiere, no va a dejarlo.
“Con la soga del tiempo yo hago mi lazo,
pero a este presidente lo dejo a su plazo,
pues un alma que sirve con tal devoción,
merece mi respeto y una excepción.”
La muerte se va, sin hacer más ruido,
sabe que Armando no ha concluido,
por Altamira aún hay mucho que hacer,
y su nombre en las urnas está por florecer.
Armando sigue, con su draga fiel
, y la Calaca dice: “Hasta luego en el aquelarre,
tienes mi bendición, haz tu papel,
y que en las elecciones el pueblo te amarre.”Armando Martínez Manríquez