Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Se suponía que López Obrador era la personificación del autoritarismo y la antidemocracia a juicio del PAN, PRI y PRD. Tanto se decía que no respeta la legalidad, las autonomías ni las reglas democráticas.
El argumento principal contra el Presidente era justamente el ejercicio unipersonal del poder, la intolerancia y el abuso de autoridad.
Pero lo que acaba de hacer el PAN en el Congreso de Tamaulipas se llama fascismo y viene del basurero de la historia.
Según los historiadores, el fascismo considera la violencia política como un medio admisible para el éxito de sus empresas. Es lo que acabamos de ver en la sesión virtual del martes convocada por la Junta de Coordinación Política (Jucopo), con una urgencia superior a la requerida en la pandemia o en cualquier emergencia que haya puesto en riesgo a la población.
Fue violencia política omitir 24 horas antes la convocatoria a la sesión extraordinaria del lunes; violencia, omitir también la información del tema de la sesión, y más violencia todavía forzar a una sesión virtual el martes 14 para evitar cualquier acuerdo, comunicación o contacto con los diputados de Morena, como si no formaran parte de la 65 legislatura.
Y todo, ¿para qué? Para proteger a una sola persona sobre el resto de los tamaulipecos: a Francisco García Cabeza de Vaca.
Con un quórum de 17 diputados locales del PAN y dos del PRI (Alejandra Cárdenas y Edgar Melhem), se aprobaron reformas a los artículos 3 y 29 de la Ley sobre la Organización y Funcionamiento Internos del Congreso de Tamaulipas para impedir la llegada de Morena a la presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo). Eso no expresa la nueva disposición pero es su verdadero significado.
Acción Nacional y Francisco García Cabeza de Vaca, perdedores de la elección del 5 de junio, se aferran a controlar el Poder Legislativo cuando los votantes no los legitimaron para hacerlo a la fuerza.
Con trampas, como omitir fechas de convocatorias y temas de la sesión, y corrompiendo a dos o tres diputadas de Morena, incorporadas mediante negociaciones inconfesables, dieron un virtual golpe de Estado en el Congreso Local.
Se los habíamos adelantado en la entrega pasada: con la reforma, la presidencia de la Jucopo deberá ser aprobada por las dos terceras partes del Congreso, algo que el PAN y el PRI le negarán a Morena. Antes se podía con la mayoría simple. Pero, si nadie obtiene los votos suficientes, podrá permanecer en la presidencia la misma persona que ya la ocupe, es decir, Héctor el “Moyo García, del PAN, incluso indefinidamente. Esta incoherente disposición ya es de naturaleza antidemocrática, ilegítima y atroz.
Creemos que una denuncia de anticonstitucionalidad, correctamente presentada a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, deshará este candado jurídico en los meses siguientes.
Es necesario recapitular las tareas de la Jucopo para dimensionar lo que el PAN pretende arrogarse sin haber sido votado por los ciudadanos para ello. Es el órgano de dirección política del Poder Legislativo, y entre sus principales funciones está conducir las relaciones institucionales con los Poderes y los Ayuntamientos del Estado, los Poderes de la Federación y los órganos de gobierno, decidir el contenido de las agendas legislativas y manejar el presupuesto general del Congreso, así como los recursos financieros designados a los diversos grupos parlamentarios, entre otras.
Este sería el último clavo sobre el ataúd del PAN y su distanciamiento con los tamaulipecos, que le han retirado su confianza desde 2021 y la ratificaron en 2022. No se ve quien pudiera defender, entre los ciudadanos sin afiliación, la iniciativa recién aprobada para beneplácito de Cabeza de Vaca.
Sin exagerar, estamos siendo testigos de un momento decisivo en la historia de Tamaulipas y su vida institucional y política, jalonada por intereses de grupo y personales. Lo calificamos de golpe de Estado virtual por usar el sentido figurado, pero las amenazas que conlleva son serias y nos mueven a pensar qué tan sólido es el sistema democrático y jurídico en la entidad. No vaya a ser que se intente después algo peor.
La alocada actuación de los diputados del PAN, adueñados temporalmente del Congreso Local, puede ser también reflejo de la situación actual del país, con una politización indeseable de todas sus actividades, aún las más fútiles. Uno de los responsables de este choque entre mexicanos, como si libraran una guerra civil, es Andrés Manuel López Obrador, quien abusa del cargo y los recursos públicos para atacar diariamente a partidos, líderes de oposición, periodistas y a cualquiera que lo contradiga.
El presidente solo llama la atención sobre las próximas elecciones, los consejeros electorales, el gasto electoral y los partidos. Es decir, elecciones, siempre elecciones. Ni una palabra sobre la sequía, la quinta ola de Covid, la inflación, la desaceleración económica.
Ojalá que se pongan a razonar y dejen el tema partidista por un rato. Ellos no sienten preocupación por la despensa o los costos médicos. Pero el pueblo sí.